viernes, 13 de julio de 2012

Sorteando todo lo que aparece
en una carrera hasta la plaza.

La rifa




Repasando los correos antiguos, esos que me cuesta eliminar y conservo inútilmente, mira por donde, me encuentro este de la rifa, tema que nunca he empleado para esto de lo de la Encarnación, que tiene por remitente una persona importante en sus tiempos de responsabilidades y compromiso con esta ciudad, ahora alejado voluntariamente de ellos. No lo he borrado, ni lo voy a hacer, algún día se lo mostraré, y seguro que será para partirnos de risa.

A una pregunta concreta sobre la actuación de un político del momento, recibí la sorprendente respuesta que hacia alusión a la rifa de la vaca, omito el texto pues ni viene al caso, pero ha sido su lectura la que me ha llevado a pensar que lo mismo que los vecinos de la casa Pumarejo hacen rifas y fiestas, para lograr ingresos que les permita aplicarlos en su mayor interés, también los placeros pueden realizar unas rifas para conseguir la cantidad que le falta a Sacyr, y que no dispone las arcas municipales, ni la asociación de comerciantes, al objeto de encargar la segunda puerta, que por su importancia incluso generaría ingresos atípicos, de poder colocar en la misma a la diosa Ceres, realizando un merchandising con la venta de las camisetas.

También se podría colocar huchas en los puestos para hacer, durante una semana por ejemplo, la colecta Pro exit et Pro introitos, es decir Pro porta, porta macellum, porta tabernaria, portal y por tal y tal, a ser posible automatica para evitar la ostia al cerrarse manualmente, como un puño, por tal motivo.

Otra posibilidad, es la que pusieron en practica hace algún tiempo en “La Boqueria”, el mercado de Barcelona que era refencia en esta ciudad antes de que el berlines se pusiera delante del ordenador, y por aquello de que setapé, y seta Platz. ¡Zas! Premio, ha tocado lo que hay que retocar cada día, una plaza para la mayor indignación y encima cabeza de manifestaciones.

Pues allí, en el mercado barcelonés, aquello es otra cosa. Un lugar donde cada día son cientos de turistas los que van a visitarlo como si de un museo se tratara, donde los placeros, ocupan un lugar, con voz y voto, en la delegación, donde el ayuntamiento cuida a estos vendedores como joyas de interés patrimonial, pues en aquel lugar, resulta que no esta permitido que nadie saque ninguna foto, por lo que de principio se les obliga a dejar las cámaras fotográficas, y pueden ser sancionado si la utilizan, salvo que realicen una aportación con la cual están autorizados a realizar cuantas fotos les venga en gana. La tarifa es de un euro. Por menos, aquí, se fundaron hermandades de penitencia.

Evidentemente no llegan tantos turistas a esta encarnación de “ruinas”, pero al menos lo mismo pasarían cuantos a diario se vuelven cuando buscan en el lugar lógico la puerta inexistente y no la encuentran.

Como idea no seria mala soltar al minotauro en el laberinto, hay gente pa tó, ¡mira que si llenamos aquello!, tal que pareciera por los sustos mercaderes, y estafeta, por el Ayuntamiento, en el encierro.

En este caso no viene al caso rifar ninguna vaca, aquella fue una actuación sui generis, que por su sentimentalismo tiene un bagaje de historia que siempre debemos de recordar con respeto y cariño, circunstancias ocurridas en un tiempo de penurias económicas, tan difíciles, que acaso estos nos lo recuerde. Pero para encontrar los mil doscientos euros para la puerta seguro que ideas no van a faltar.

Sevilla a 12 de Julio de 2012

Francisco Rodríguez Estévez

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