miércoles, 25 de julio de 2012

Calle del perro




De Laraña, a La Venera, que viene a ser largo trecho, es la visión panorámica que desde la gran ventana me permite cada día observar esta desierta calle que antes se llamó del perro. ¡Como ha cambiado!

No parece que todo su silencio actual le venga por la situación económica que no se acaba de atravesar, pero hay muchos momentos en el día que puede advertirse que no transita nadie, lo que se dice nadie, por los mas de setenta metros que ocupa la antes populosa y céntrica vía comercial.

En esa franja de visión, tan desvirtuada por la reciente actuación en la que entre la invasión de la escalera (que modificó la alineación medieval) la fuente bulto sin estrenar, las farolas de báculo, el mamotreto de servicios, el kiosco cerrado desde hace años, las barandas del parterre, las del lucernario, como aparcamiento de bicicletas, el camión bomba de los desatascos semanales, y los bancos de piedra, como que le dan a aquello de un cosmopolitismo tan extremo, que por nada del mundo puede hacer al visitante creer donde se encuentra. Se diría que con las sombrillas, mesas y sillas, aquello que fuera placita, perimetrada de arbolitos de sombras amables, hoy la mitad desaparecidos en combate, ofrece en la actualidad una imagen cuando menos rara, a nada que se crucen dos vehículos.

Los bares, que nunca pudieron sacar los veladores, con el cambio llenan la calle para que los clientes puedan fumar mientras desayunan, e incluso algunos grupos, horas mas tarde, tomen el aperitivo bajo un Sol de justicia.

En la barreduela de cristal, los pocos turistas que descienden por la escalinata de granito, y alguna que otra persona, e incluso familias, siguen buscando una puerta. Pero puerta no hay. Me preocupa mucho mas a estas alturas, y después de todo el tiempo transcurrido, la actitud irresponsable, en este caso, de quien, o quienes pueden, o deben de tomarla, que los comentarios que se llegan a escuchar al respecto.

En ocasiones el transitar de las personas es prácticamente nulo, se pasan los minutos sin que aparezca la siguiente para contabilizar el numero de las que cruzan la imaginaria línea de meta. Desde la observación se comprueba el alto numero de personas mayores con capacidad reducida, (algunas con autonomía propia gracias a los vehículos motorizados) pero mayoritariamente las empujadas por la persona que le acompaña, y es que en las mañanas son paseadas por este tranquilo lugar. No parece en ningun caso interesarles para nada entrar en el laberinto de la plaza, ya tenga o no la puerta, pues casi todas tiene la mirada en otro sitio, y la comida en el centro de mayores. La plaza ya no es lo que era, ni nosotros. Ni Santiago es fiesta.

Sevilla a 25 de Julio de 2012

Santiago, Patrón de España

Francisco Rodríguez Estévez

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