miércoles, 4 de julio de 2012

Peros

De pena




Me parecía impensable que algún día llegara a creer más al rumor que a la palabra de un responsable, en lo de la Encarnación.Pero nunca se sabe.

Me complacerá asistir a la inauguración de la puerta sea en el lugar que sea, aun en el elegido, que ya de por si resulta disparatado, pero eso corresponde al tiempo decirlo.Pero si es por la tarde.

El rumor, que por los acontecimientos es documento verbal, tal como en otro tiempo lo fue la palabra, que no tenia que ser mas que hombre, por supuesto de palabra, o en su defecto palabrita, pero de Niño Jesús. Pero si se es todavia un niño, aunque tenga apariencia de hombre.

En lo de la puerta no merece la pena contar para nada las palabras que se dieron, antes documento, incluso cuando fuera palabra pendiente de un hilo, y no precisamente telefónico. Palabras de promesas en la victoria, palabras solidarias en la derrota. Peros,simplemente fueron peros.

Le podíamos haber llamado puerta de las palabras vacías. Creo que la que el rumor inaugura para San Fermín, se llamará del rincón, pero acabaran diciéndole de pena, por aquello de que muchos advertirán que fue una pena, porque en el vaticinio tiene ese puntito oscuro, de pared de hormigón, que incluso puede parecer la calle mas de pena, que comercial. Pero lo mismo con unas luces, una buenas luces, hasta mejora.

Con la caoba en la mano y los guantes cuero negro, tal como exige el protocolo, la respuesta era esperanzadora,” ¿Pero como?, si eso ya está hecho”. (Palabra de comitiva.)

“Amigo Paco, para decirte que lo de la puerta se va a realizar de inmediato”, (palabra de orange)

“¿Y si colocamos una de las del otro lado, en lugar de la automática?”, “es que tardará pues hay que encargarla en Alemania”, “palabra mirando a los ojos”

“¡No te preocupes!, ya esta todo conforme y de acuerdo”, (palabra de mediador feliz) Palabras, palabras. Cientos de palabras, para rubricar cientos de contratos verbales, que debe de ser como promesas de candidatos, de las que no se cumplen.

Luego vinieron otras palabras, después de demasiado tiempo, palabras sin sentido para desdecir las anteriores. Un tiempo perdido, casi dos cosechas sin recoger los frutos que se esperaban de las palabras dadas, esas que hace siempre prisioneros cuando alegremente son ofrecidas.

A fructibus cognoscitur arbor, y al de las palabras vanas, evidentemente no se le puede pedir peros, pues resulta ya conocido que lo que ofrece son otros peros, peros de pena.



Sevilla a4 de Julio de 2012

Francisco Rodríguez Estévez





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