viernes, 31 de octubre de 2008

Cosa sabida

El tiempo, habla.

Por ser cosa tan sabida, parecía no saberlo nadie. A fin de cuentas solo era cuestión de esperar al tiempo, y el tiempo, al contrario que el metro en la Encarnación, siempre llega, y llega para decir, lo que ya se sabía.
El indicio era lo suficientemente revelador, cuando una actuación de esa envergadura, por el costo, y su relevancia, por su ubicación, no dejaba d ser significativo que la estación del “metropol”, a la que tantos laureles otorgaron por su rompedora funcionalidad, ni tan siquiera tuviera una primera piedra con la que fotografiarse. Luego vinieron las sospechas de los acumulados retrasos, lo cual venia a confirmar justo lo que por sabido, no parecía saber nadie.
Pero no por sabido, saber, o no saber, si no que además de las cuestiones económicas, tener, o no tener, son las técnicas las que hacen indicar que el “metropol- parasol” nunca podrá en su integridad ser inaugurado, como fue anunciado y prometido, tal como idea de vanguardia, original y atrevida, fuese proyectado, seleccionado, premiado, desarrollado, y modificado, al punto que, a la maqueta que destrozó el gato “Emblematico” apenas si se da un aire.
Y es que las cosas que tienen que ver con Cronos, todas al final, aunque tarden, llegan a saberse.
Así pasamos de epatante, a polietapica, lo que pudo ser esta Encarnación que solo aspiraba a recuperar su mercado, la plaza de toda la vida, a la que pusieron un metro retrasado y “planetarium”, missing, a la que sin fronda ni arboleda, el olvido la deja sin la sostenibilidad de la energía solar en la cubierta.
Por ser cosa sabida, como el dicho”manteneya y no enmendaya”, que se puede pensar.
Si el error era lo del mega aparcamiento que destruía la Hispalis, como calificar las zapatas de cimentación del más agresivo de los proyectos, cosa que por sabida, parecía no saber nadie, como lo del metro.
Sevilla a 31 de Octubre de 2008
Francisco Rodríguez Estévez

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