viernes, 10 de octubre de 2008

La voz

Cuando el silencio habla

Cogido de lleno por las dificultades económicas de las imprevisiones, y con poco más de un año por delante, es de temer que a lo de la Encarnación le vuelvan los llamados parones técnicos.
Lo que allí se está realizando, con dudoso gusto y alguna que otra transgresión, aparte del extraño estilo sevillano, tiene previsto, y de ahí uno de los principales meritos para lograr el premio obtenido, lo que quedó calificado como, nada menos, que la más importante estación del metro, línea 2, aun sin trazado definitivo.
El caso es que el inicio de esta estación inexistente, por el momento, tuvo el anuncio en la voz del Sr. Carrillo, anterior delegado de urbanismo, portavoz del gobierno municipal y vice-alcalde, dándole en carácter de inminente. “Antes de final de mes”
Pero de esto hace tanto tiempo, que aquello tuvo lugar justo cuando se realizaba el agujero para cimentar la seta 6 (la que fueron a colocar junto a la fuente mas antigua de la ciudad), y este vino a coincidir con el lugar que ocupaba una casa de la Hispalis, con valioso mosaico, cosa que no evitó que el hueco se rellenara con hormigón.
Ahora, desde el silencio reflexivo, como el que gozan los árboles arrancados del Prado en el impasse de supervivencia esperando arraigar de nuevo, por si pueden seguir creciendo lejos de la misma entidad que los destruye con el discurso del ecologismo y la biodiversidad, del desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente, viene a sonar la potente voz del político del cambio, climático por supuesto, por el módico precio de 20 kilos de los antiguos, mientras los paneles de madera de pino finlandés no pueden soportar ni un solo gramo de las paneles obligatorios, ni las arcas dispendios.
Y no es que valga más por su silencio, pero es cierto que muchos de los que se meten a políticos ganan mas callado en el silencio que como conferenciante. Es la llamada parada regeneradora, como lo de la Encarnación, que incrementa su valor con los parones, por seguridad.
Sevilla a 10 de Octubre de 2008
Francisco Rodríguez Estévez

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