domingo, 5 de octubre de 2008

Carta inacabada

Esta ciudad a la que por sus silencio transforman los caprichosos impulsos y los interesados proteccionismos que abandera eso que han quedado en llamar modernidad, está llegando a un punto en el que por tanta vanguardia se está devaluando el reconocimiento universal de su singular identidad, por lo que es de temer que mas pronto que tarde quede convertida en una mas de tantas, con mas de lo mismo.
Es evidente que la gestion publica en lugar de proteger sus valores, se presta a que aparezcan iconos en el despilfarro de lo insostenible, mientra abandona a su suerte los encantos que la hicieron famosa mundialmente.
Encarnacion, Alameda, ¡ay, Alameda!, lo del Prado de San Sebastian, y lo del rascacielos, no son sino apocalipticos jinetes del presagio. Mientras la Plaza de España, el Museo Arqueologico y otro legados del 29, asi como ese viejo caserio que tiembla pensando que solucion se le dará al metro para que no se venga abajo, hiberna en el presupuesto cultural.

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