miércoles, 1 de febrero de 2012

saber latin

Tolle

Me imagino a toda esa gentuza gritando tolle, tolle, en una burda bulla de la macellun vacía y silenciosa “tolle, tolle”. Puedo verlos sin estar presente, desencajados en el frenesí berreando a coro para demandar que la actuación que se exige sea ejemplar, y en la excitación cumbre que aquello les produce, el visaje muestra en sus miradas los perversos instintos que tenían guardados para la ocasión, y que les delata la maldad contenida, por la sangre que llenan sus ojos.
Tolle, tolle. Seguro que no pararían de lanzar sus alaridos mas salvajes, en un deseo desmesurado de eliminar, al mismo de siempre, bajo la madera de la Encarnación.
Tolle, tolle, mascullan algunos sin saber de que va la cosa para no salir de la bulla protectora. En la dispersa algarabía se ensambla, se copula la intensidad de los gritos con las cacofonías de la necedad, al punto de que, al romper las gargantas, les aparece la felicidad de un orgasmo de hiel, cuando logran hacer el unísono tolle.
Tolle a una sola voz, donde ninguna voz aparece discordante, pues en el grupo, la fortaleza individual desaparece y nadie parece por si solo enfrentarse a la jauría domada, mostrándose en su silencio incapaz de defender nada de nada, menos, lo justo, y para nada lo propio.
Aborregados, sumisos, obediente, y acaso asustados por lo que la desidia ha ido creando frente a ellos, aparece, y ahí esta, sólida, pétrea, e imperturbable, con la terrible filacteria colgada en bandolera “With the law, in hand”.
Es el agente externo, convertido en órgano único de decisión, un servicio especial bien remunerado, y plenipotenciario, ese que levanta el acta secreta, en la que eleva la proclama popular del griterío, tolle, tolle, que tan sutilmente ha urdido, para que todos se enteren de una vez por todas quien tiene la sartén por el mango.
Ya no hay responsable de los dineros, ni hay por que saber donde se emplean faltaría mas averiguar los destinos, aparte de los magníficos sueldos que se liquidan mensualmente, tampoco razón, por supuesto social, ni mucho menos patrimonio de papeles, custodiados en los olvidos, ni las obligaciones del consejo pueden ser ahora cumplidas de acuerdo con la Ley, ni se pueden ejercer los derechos aun cumpliendo las obligaciones. ¿Sigue el cachondeo?
Perdidas todas las posibilidades para obtener la información de la marcha de los asuntos, aparecen las derramas por doquier como sangre regeneradora de unos caídos, y que por el momento no serán los últimos, por lo que habrá de temer que las derramas continuadas serán per sé capitulo insoslayable hasta ese final que se nos aproxima, a pasos de legionarios, y que durara el tramo temporal que de lugar, y mientras que genere el interés social, y muy especialmente el que le convenga al staff, que mueve las débiles voluntades, como hilos de marionetas.
El poder, sin poder, y mientras………… iniciado el grito “Tolle, tolle”, por quien debería de estar callada, y ahora ausente por su propio castigo, y para siempre, tolle, tolle. Aquello debió de ser tal como imagino.
Ya gustaría poder leer lo que llegó a escribir,( aparte de los tolles, para describir la escena de voluntades convulsas) pues siendo cosa que no debería de hacer, pero….. así están las cosas.
La dejan, la dejan, toma el poder de hacer, y hace, y ya no hay manera de saber que quedó escrito, aparte de la derrama. Pero no cabe duda que aquello debió de ser tremendo pues el griterío, según se pudo saber por su propia voz, que fue de locura, tolle, tolle, gritaron todos sin excepción, y con estas actitudes,¡vamos!, que no digo que no, pero pueden acabar con uno, e incluso con dos sin son pequeños.
Por esta vez tampoco ha podido ser, acaso no llegó el tiempo, y mientras, desde la panorámica del fanal, que no urna, y a falta de puerta por la que pasar, paso por el aro, pero al menos puede verse, en el silencio, como siguen pasando los cadáveres del enemigo.
Sevilla a 1 de Febrero de 2012
Francisco Rodriguez Estevez

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