domingo, 5 de febrero de 2012

En pocos años (como contarlo)

Los disparates

Siempre hay a quien le resulta inexplicable pensar en las cosas que se “hacen” en esta callada ciudad, por lo que no hay dudas de que, si tambien hay quien las aplaudas ,se acabe temiendo que aparezca lo peor.
Es sabido que con dinero, (eso que lo consigue todo) que hasta lo imposible se imponga alguna que otra vez. Verbigracia, que el metropol no sea una estación para el previsto metro línea dos ya.
En este micologico episodio cabrían otros argumentos más insostenibles que las fotovoltaicas, e incluso más imposible que el veredicto de la consultora, por no hacer referencia al inadecuado laberíntico trazado, del llamado mercado municipal, ni por supuesto a la aleatoria e insufrible colocación de las puertas, pues estas cosas de siempre se solucionan con dinero, en ocasiones publico, ese que dicen que es sagrado.
En esa encontramos que una cosa es hacer lo de las setas, y mantener a toda costa que es algo moderno, cosa que cuestionan incluso en la “torre”, pero que de serlo, posiblemente sea por la continua renovación de las frágiles losetas, tan inadecuadas, así como esos arranques de los cilindros de hormigón que están tan rematadamente mal acabados, que mas parece chapuza que vanguardia, y sobre todo no querer mirar lo que guarda en su sombra, y otra cosa muy distinta, pero muy distinta, que acaso ni sea moderna, ni sostenible, como pueda ser el hacer que la sombra de un enorme gnomon, aparezca, como otro mojón, al que dicen hito, erigido como un nuevo icono, el de la soberbia, y olvidar todo, todo lo que el tiempo de su sombra ha ido marcando, desde la compra-venta (low cost) del suelo.
El contador de Galápagos, con su frase transfiguradora, no pudo hacer un vaticinio mas acertado. El contador de nubes, suelta ahora que se enteró de lo que pasaba un poco tarde, más o menos por cuando en lo de la Encarnación se estaba en la placa armada.
Parece que se hubiera retrasado los relojes, incluido la clepsidra, y a través del túnel de tiempo se alcanzara este mester de cuenta cuentos. Cuento errores, cuento olvidos, mucho cuento.
Cuento de cuentas de contar, como cuentos, para cuando lleguen los nietos, y poder explicar, si resiste aquello en pie, como fue posible lo de la Encarnación, por mas que pueda pasar que por mor del dinero no se aumente el numero de disparates que explicar, pues entre el Olímpico y el Metropol, el cupo histórico de mi tiempo se encuentra al completo, y no seria de recibo incluir por las bravas, (entiéndase el dinero de los impositores) lo de la torre, cuando lo del prado tienen sentencia firme, y los gasto por errores mas que cubierto.
Sevilla a 5 de Febrero de 2012
Francisco Rodríguez Estévez

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