sábado, 22 de octubre de 2011

Placeando, nunca mejor dicho

La comitiva

Venir, si que han venido, lo hicieron en comitiva, pero no los he visto, me lo han contado. Todo eso que sucede en el interior de lo que llaman mercado, resulta que me lo pierdo por no tener algo tan sencillo como pueda ser lo de abrir la puerta inexistente, tan necesaria, como mínimo para una emergencia, ¡Dios no la quiera!
Y sobre todo para que no quede, como hasta ahora, fuera del circuito del recorrido comercial del publico, que por la mala colocación de las puertas que se instalaron de manera aleatoriamente,por pares, y sin ningún criterio comercial,por nones, hacen de aquello un rincón sin transito, ni comitivas, por el que ni tan siquiera pasa un candidato al que pedirle un programa.
El caso es que me pierdo todo lo que sucede en el interior, cierto es, que al menos tengo la posibilidad de estar al tanto de lo que sucede afuera.
Los sábados en especial, raro es aquel en el que no se vean pasar los invitados de bodas buscando las cercanas iglesias para la celebración, ellas con tocados, ellos con frac de alquiler. Son otras comitivas
Se les pueden ver asomarse y en especial cuando todos ríen a nada de que puedan leer en los carteles informativos de que falta la puerta que se olvidaron, y la petición de que esta sea automática.
No los he visto, esta comitiva era de obreros españoles de Andalucía. Me hubiera gustado enseñarles lo de la puerta inexistente. No los he visto, pero me confirman que vinieron.
Ha sido, según me cuentan, una decoloración de rojo, que apenas parece rosa ajada vuelta pastel con el tiempo, como la flor, si bien el ramillete mas debía parecer de flores secas.
Hasta una docena, en plena decoloración, llegaron a lo de la Encarnación para acompañar al eterno numero “uno”, y tras el le seguía el sequito, y aunque no lo “viera”, vino, como el “florido” centro de samba a la “blas”ileira. “Bueno”, no todos acompañaban pues algunos mas figuraban como personaje de “Rey” de Dinamarca por el olor que dentro del bicho se deja sentir.
Fueron, antes de irse, (por el caminito de salida) ilustres visitantes de un rojo encendido. Llegaron a lo de la Encarnación en comitiva pre-electoral, más ni por asomo me creo que se interesaran por ninguna de las actuaciones que son necesarias para mejorar (en lo que se pueda) el deficiente lugar que llaman mercado.
Acaso ni se dieron cuenta de lo de la sostenibilidad, ni lo del ennegrecido suelo, mucho menos de los obstáculos que forman todos los pilares que quedaron dentro del un viario que incumple el reglamento, lo mismo el olor si lo advirtieron, y por eso permanecieron por tan poco tiempo, cuando lo suyo hubiera sido darse el baño de multitud, pero no en los servicios a todas luces insuficientes, lo cierto es que no pasaron por la calle estrecha donde me encuentro, junto a la barreduela de cristal, justo donde hace falta abrir una puerta. La verdad es que en diez meses tan solo ha pasado un político por ese lugar, y eso fue en Julio, (y por que casi le llevé a la fuerza), y así será imposible que se enteren de que hace falta abrir, cuando menos, una nueva puerta, pues ni por esa se ponen colorados de vergüenza con esas visitas de dejarse ver, con la faltita que les está haciendo a los que sufren la decoloración de la flor.
Cierto es que en Julio, (no será Noviembre), pero ya me gustaría saber quien falta por saber lo de la puerta, y que no se tome algo tan serio a cachondeo, como cuantos pasan por la calle y leen los famosos carteles. Cartel de juaninasio, Cartel de juanespada. Y la puerta por abrir. No dejen de venir, y les comento.
Sevilla a 22 de Octubre de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

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