miércoles, 26 de octubre de 2011

Otras almas

En el silencio

Hay días, como este que se nos va yendo, en el que, por el silencio que reina en el interior desolado y sin bullicio, tan vacío de publico, que apena verlo. Posiblemente por lo desapacible que se presentó la otoñal mañana, que esta no invita a nadie a acudir al desangelado mercado, especialmente, cuando siendo final de mes el publico siempre suele reservarse, y es que, entre una cosa y otra, el mercado amarillo nos aparece si cabe, mas que mortecino, y solitario.Se diría que en el silencio sepulcral existente especialmente en su solitaria calle de puestos abandonados, que eso nos induce a pensar que, efectivamente, parece que fuera mortinato.
Es posible que de seguir así, y sin atender aquello como es de esperar, teniendo actuaciones eficaces, aunque sea sabido que en un inútil intento de reparar tantas faltas, como desperfectos, aparecen a diario y que no se resuelven.
Que lo mismo tanta laxitud que se observa, lo mismo está marcando el tiempo (ya fijado) de permanencia en esta metempsicosis, que no reencarnación, pues, aunque no sea esta situación, como de pupa,tampoco es algo que le preocupe en el alma, que ya le tocaran al bolsillo, al grupúsculo ocupante, esos que pudieron acceder a este estado final en la nueva encarnadura, como resultado cainista de la penosa mutilación que sufrió el reservorio de la resistencia que aguantaron(en la larvaria provisionalidad) acaso esperando la llegada del psicopompo que les condujera justo donde todo acaba, para acabar juntos, con los ausentes.
Hay días, en el que el silencio evidencia mas intesamente las risas de cuantos buscan la salida del laberinto, y del laberinto es imposible salir por una puerta que no existe, aunque la busquen inútilmente.
Todos son quejas y protestas, pero por el momento, y que se sepa, no ha habido ni una solo reclamación en el libro de hojas de reclamaciones, si es que lo hubiera, y lo peor es que, quienes lo saben, pues como que no tiene ninguna ganita de que aquello mejore, acaso les divierte que los clientes vaguen como almas en pena por el laberinto buscando la puerta inexiste, y quien dice, que algún día no le seguirán también las otras almas sin cuerpo.

Sevilla a 26 de Octubre de 2011
Francisco Rodriguez

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