miércoles, 5 de octubre de 2011

De boda, en el laberinto

De cachondeo

Si cuando se clavaron los dos enorme estípites de cemento en el solar, el profesor, escritor, ensayista y famoso personaje sevillano, vino para decirme que había encontrado la calificación perfecta para aquello, y que a demás no era suya, si no que se la escuchó decir a un cojo, que refunfuñando al pasar maldecía aquello diciendo “que canallada”.
Hoy, cuando la duquesa en lugar de perdices, en el banquete nupcial come, (un poquito) del magnifico medallón de solomillo de ternera, que tuvo a bien en adquirir en la Encarnación, lugar del que en la noble casa, para mayor honra de la nuestra, es fidelísima clienta, tomo los comentarios mayoritarios de cuantos grupos de personas que, al rebufo de la boda, tuvieron a bien acercarse en este dia del enlace, naturalmente sin animo de compra, a ver como había quedado esto que habían hecho en la Encarnación, especialmente en lo que quedó reducido su magnifico mercado.
Bien es verdad que asombra que ahora casi todo el mundo recuerda el viejo mercado, con eso de las fotos que camuflan los numerosos obstáculos que suponen tantas columnas en el viario, y hace risa saber de quien así las dispuso, cuando podía haberla dejado empotradas en los puestos tan solo con haber dispuesto de una miajita de sentido común.
Ni que decir tiene que, una vez dentro del laberíntico recorrido, la desorientación hace sus estragos y es entonces cuando buscan la puerta inexistente donde los mas elementales principios de escape la hacen buscar, y donde, al final de la calle que forma la travesía central, pero he aquí que nada, que alli no hay puerta, y lo que encuentran es el cartel que les informa que “efectivamente aquí falta la puerta que usted busca”, y es tal la risa que les entran en el cuerpo que no dudan en hacerse fotos para el recuerdo, por aquello de que algún día la puerta se abrirá al publico, mas que nada por que esta seria la salida natural, con lo cual permitiría una mejora sustancial en la afluencia del publico y como no, en el recorrido por el interior del mercado, pero sobre todo, para que aquello deje de ser de cachondeo.
Sevilla a 5 de Octubre de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

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