lunes, 9 de mayo de 2011

Otro abandono (Van dos)

El indigente

Era de esperar que cualquier día de estos ocurriera, y parece que ha tardado demasiado en llegar, justo el mismo día en que se encuentra un final anunciado, aparece la indigencia en el “metropol”.
Era un hombre de mediana edad, por su apariencia indefinida, y envejecida por el nomadismo practicado a la interperie, pero lo mismo podría ser mas joven de lo que aparentaba.
Solo buscaba el descanso y acertó de pleno para instalarse en la pequeña lagrima, ese capricho en la que el diseño de Jurgen Mayer, hace posible que se convierta en un santuario para Ceres, siendo lugar en el que tenia destino una "fuente bulto", y posteriormente se pensó en un parterre de magnolio, que afortunadamente no llegó a plantarse pues hubiera estado condenado a secarse envenenado con los detergentes que limpian los contenedores de basura.
Mientra llega la Diosa hasta ese santuario, el indigente puso lecho de granito en el semicírculo del ábside al Oriente de la Fachada de Poniente, como parte contratante de la primera parte, y definitivamente, derrumbado y vencido cuando llegaron los primeros rayos de Sol, cayó abatido por el sueño atrasado de las noches al relente.
Poco equipaje, un sombrero y una bolsa de plástico que deja advertir algo de ropa de abrigo, una varita flexible, como de adelfa, y poco mas.
Solo lleva tres horas en aquel lugar durmiendo placidamente, y el Sol le alcanzaba pero sin llegarle a la cara, para calentarle los tuetanos de los huesos fríos de madrugadas y sin el calcio que el cortado con leche que no toma tan bien le vendría.
Tengo la impresión que su presencia no la causa buena, motivo por el cual no tardará mucho en ser despertado, con una invitación a abandonar aquel lugar cuando de invitarlo hubiera sido mejor a algo de comer, a ser posible caliente.
Podía haberse quedado en su eventual domicilio, con pleno dominio alcanzado en su espacio ocupado de vía publica, y nadie tendría fuerza legal de expulsarle de la calle, pero por los miedos, o por la falta de interés en permanecer por mas tiempo en ese lugar de acogida, decidió marcharse con una leve protesta de contrariedad a la persona que doblándole el peso y la envergadura, interrumpió su descanso.
De haber habido una puerta nada hubiera sucedido, y como con seguridad este episodio se repetirá a partir de ahora casi a diario, pues es el lugar idóneo para afincarse todo aquel que no tiene, lo cual, para evitar esa deplorable imagen que la indigencia nos causa, cabe pensar que una vez que Ceres llegue y colmate con su majestuosa divinidad el Tholos de Mamaria que se la ha dispuesto en el mismísimo Ombligo del Mundo, que como todos sabéis es la Encarnación de mis canas, (antes de mis carnes) lo ideal es que alli se abra una puerta, que si además de invitar al publico a pasar,y contemplar la "divinidad del mercado" sin duda evitará que se vayan los placeros, abandonando el primero, claudicando el segundo, ante un imposible futuro, evitando que alguno mas pase a formar parte del pasado,como las ruinas del nivel uno, y lo mismo acaben como el indigente, despertando del sueño.
Sevilla a 9 de Mayo de 2011
Francisco Rodriguez Estevez

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