martes, 10 de mayo de 2011

CARDINAL 2400

Los millares

No se trata, como pueden comprobar, que los millares en este caso sea una colección de las famosas arpilleras del autodidacta canario aquel que hacia creaciones en blanco y negro partiendo, cosiendo, y pegando telas de sacos, para que estas llegaran a ser, en criterio de expertos, verdaderas obras de arte.
Tampoco corresponde la referencia que se hace, al poblado tartésico, ese que según los que saben, certifican, a falta de propaganda de la epoca del cobre, que la inauguración del conjunto tuvo lugar por el 2700 antes de Cristo.
Ni que decir tienen que estos millares nada tienen que ver con un lote de “espantalobos”, pues si acaso, el único “lobo” del asunto hace para cuatro años que le buscaron la salida, y eso que salió en la foto cuando el premio.
Pero la verdad del caso, es que por ningún lado pueden verse a esa multitud que dicen visita cada día a lo de la Encarnación. Trato en vano de calcular donde se formaran como mínimo esas dos docenas de grupos, que son veinticuatro, (cuatro cada hora), con un centenar de personas cada uno, para realizar de forma multitudinaria la visita y el recorrido espaciado e individual de la sinuosa pasarela realizada en la cubierta del “metropol”, deleitándose contemplando la panorámica socializada de una visión inédita de la ciudad, cosa que hasta la fecha solo podían embelezarse los privilegiados vecinos de la Encarnación desde sus azoteas.
Pero los millares, que por suerte no son de millones, pues las cuentas tendrán otras ocasiones, eran estos otros en los que detenía la atención, bastaba pensar la idoneidad para colocar los millares de candados, cientos de miles de candados enganchados en ese camino tortuoso de ida y vuelta como la vida, con sus ascensiones y sus declives, como las tres cosas, la salud, el dinero, y el amor, ese que se jura eternamente,(inconcientemente) y que sin encontrar un futuro de estabilidad, aparte de la pasional, se cierra con un simbólico candado, tal que el acto pareciera que guarda un cinturón de castidad, una exclusividad de carnes morenas para las orejitas.
La Encarnación, así quedaría de nuevo convertida en símbolo de la carne, de lo carnal, de lo amatorio, especialmente con el revestimiento de candados en todo el recorrido de esta nueva vía Láctea, pero sin tener que arrojar el hierro de sus llaves para contaminar al Guadalquivir, y en nueva moda, pueden colgar los enamorados estas guardianas de las virguerías amatorias, con cadenas al cuello, al menos mientras dure, y si alguna vez se rompe tanto amor, vete a saber por que pajas, lo mismo se sube al “nimbo”, y se retira la pieza de la baranda, hasta que se encuentre otra parte de la pareja, para formar una nueva con la que compartir la llave, entre otras cosas, como la bicicleta, y quien sabe si estas tan de moda hace furor aparcarlas justo en las barandas del inmenso botellodromo,y la estación intermodal de movilidad que tanto quedó en entredicho, lo mismo es eso, y allí hay si que hay baranda para millares.
Sevilla a 10 de Mayo de 2011
Francisco Rodriguez

No hay comentarios: