jueves, 6 de enero de 2011

Un pañuelo en los ojos

La fachada de Poniente

Cuando a lo de la Encarnación le pusieron aquel burka de madera, atrapándole la vista de las miradas, en una ceguera oculta intencionada, acaso para crear una imagen inexistente, con mas de decorado que de realidad pero que, impidiendo ser vista, actuaba de enorme muro de la vergüenza, como muro separador que llenaba de opacidad un ignoto interior.
Por suerte, y no sin denodado esfuerzo, se consiguió que se abriera un constreñido espacio, un agujero lleno de seis circulares ojos, de curva silueta cargada de simbolismo micologico, para que, además de que pudiera entrar la luz en la profunda oscuridad del nuevo laberinto, permitiera que el extraño hueco le dejaran como un chador, los ojos destapados, ojos que no alcanzan visión, ni pueden ver, pero al menos dejan ver que basta mirar, y al menos pudieran ser vistos.
En la calle interior, aun cegada, y que no se puede ver lo que puede llegar a verse, esa que serpentea justo por en medio, y hace de línea fronteriza entre el glamour de la llamada a ser como la prolongación de 5ª Avenida de Nueva York, y el ultimo reducto de los placeros supervivientes de la provisionalidad, calle para siempre, o hable, no le queda muy claro a nadie que sea calle privada, siendo espacio publico.
Pasa lo mismo con la azotea botellodromo, que si es plaza publica, como las escaleras, como la rampa en zig-zag, para el acceso con tracción mecánica para personas con capacidad disminuida, es evidente que no puede ser plaza privada.
Pero lo de la Encarnación, que no es cosa que se haya acabado, ni que pueda cumplir los plazos de Marzo, deberían de proceder a empezar por retirar la madera de la fachada de Poniente, puerta efímera según quedó manifestado por la autoridad, pues una vez que se llevó a cabo la inauguración con fotos, no tiene sentido que permanezca por mas tiempo ese obstáculo en plena calle, a menos que también todo esto sea una nueva mentira, un embuste mas en esta historia para no dormir.
Aunque para dormir, en la que por Imagen esperan entre mantas y cartones, algunas mas de las treces personas sin techo que en la actualidad aguardan a que se acabe lo de la Encarnación para tener la ansiada calidez de acogida que la sinuosa calle les puede ofrecer.
Calle para siempre, o hable, calle que recorre las entrañas desde Regina, para buscar salida a los pies de la seta cinco, en un recorrido de Norte a Sur, y delimitando los espacios con la piel de cristal del Levante donde dos puertas cerraran el camino a los sueños. Mientras, nadie puede traspasar las otras dos que permanecen cerradas, y con acceso prohibido, como dos ojos que aun no ven nada, por que permanecen sin abrir y continúan dormidos. Hay que ver lo que hace una venda, o una compra, en los ojos.
Sevilla a 6 de Enero de 2011-
Francisco Rodriguez Estevez

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