lunes, 10 de enero de 2011

Tiempo de espera

El tiempo

Una vez inaugurado el llamado mercado, bajo las inacabadas setas del imposible proyecto, aun sin terminar, y en cuyo interior fueron acomodados con urgencias electorales, y consentidas, los pocos comerciantes supervivientes que aun quedaban del pasado mas lejano de una Encarnación hace tiempo inexistente, y que por su escaso numero, tuvieron que ser acompañados, finalmente, por buena parte del reservorio de vendedores que se estuvo concibiendo bajo las chapas a lo largo de todos los años pasados en la eterna provisionalidad, llega por fin el tiempo de espera.
De esperanza, o desesperanza, un tiempo dificil para el diezmado grupo que abandona su pasado pero que,con el cambio en su extraño destino, como que ya no le valen para nada continuar como los sumisos placeros de los recuerdos que quedaron en el olvido, ni los pronósticos, ni los vaticinios de un incierto futuro, ni tampoco las predicciones les pueden hacer mella en absoluto a estos ocupantes de lo nuevo, una vez transformados, a la fuerza, nada menos que en subarrendados de la concesionaria.
Solo el tiempo decidirá que suerte puede deparar la caprichosa fortuna a cuantos bajo la sombra del parasol inician una nueva aventura comercail, algo nada fácil de realizar en el mas caprichoso de los espacios que, por deforme, permanecerá en cuarentena bastante mas tiempo del previsto, antes de que se le puedan advertir las bondades que, de existir, por el momento pasan inadvertidas.
El destino les convirtió en subarrendatarios de la concesionarias de lo de la Encarnación, a estos que antes de placeros, tambien fueron vendedores, cooperativistas, comerciantes, e incluso algunos se consideraron industriales, por lo que, ante lo nuevo, están convencidos del que el progreso esta en el cambio llevado a cabo, por mas que no sea este un pensamiento actual,(que es frase atribuida a Miguel de Unamuno), pero poco se puede progresar cuando los costos se triplican, y los ingresos no alcanzan a cubrirlos.
Por el momento han cambiado, ahora solo hay que esperar al tiempo, ese que llega siempre, para saber si el progreso les llegara pronto, mejor que tarde, y se aleja de una vez el temor que puede producir, por las consecuencias, una indeseada demora.
Sevilla a 10 de Enero de 2011
Francisco Rodriguez Estevez

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