Me lo entregaron y lo estreche con mis brazos, la distancia hacia que su peso, de como cuatro kilos ya no estaba para portarlo caminando y menos llevándolo en brazos, al llegar pude entregárselo para la hija de su madre.
Cuando salió dispuesta a arrojar las inmundicias del pasado en el baúl del olvido, resulta que al volcar las bolsas a su destino, quedo prendida la sortija de perla nacarada le lucia en su anular.
Bueno, pues al destapar el baúl no parecía fácil que se pudiera recuperar la simbólica joya de su fuerza, y que evidentemente tenía más valor que aquel aro que de su dedo pudo retirar, tal como retiramos la tapa para contemplar tanta basura mundana.
En el fondo tiene que estar, tiene que estar en el fondo, y el fondo no se ve. La suerte fue encontrar una rama endurecida de algún árbol que procesionaría, y seca e inservible había sido arrojada.
Mover a la rumana todo aquello, alargando todo el brazo y sin pimcho para encontrar la sortija, no era fácil pero pareció verla allí dentro, si, allí estaba, pero, como sacarla.
Al buscar otra cosa, no sabía qué, pero al principio de la calle hallé la rama verde de alguna poda. Serviría.
Mientras tanto, ella que tenia localizada la sortija, pudo acercarla pero a su vez quedo mas profundamente situada. ¿Que hacer para sacarla? De haber sido la sortija de pedida de oro blanco y brillante que tengo pensado regalarle, me hubiera metido sin pensarlo dentro de la porqueria.
Parece no impórtale mucho esta,pero no estoy dispuesto a que la pierda si tanto significa para ella, ni me pregunten cómo pude introducir la punta dentro y suavemente, muy despacito la fui elevando sin que se soltara hasta que quedo encajada dentro aquella vara, justo de su medida y ya no se pudo salir, hasta que ella la retiro con su mano. La sortija volvió a lucir en su dedo. Son cosas que nos pasan. No fue fácil, pero lo hicimos.
También nos paso cerca, cuando cambiamos de rumbo el paseo, la ciudad es pequeña, y de la sandia pasamos a deambular para escuchar la cantinela de noche y dia y sol y sombra, mujer y hombre, macho y hembra, lujuria y castidad, todo se complementa y los ojos observa encantos que dejan ver los botones de senos tras las endebles camisetas de compra on line.
La hija de su madre viene con Ángel que trae el pescado fresco, tal como el arcangel cordobes, y en la terraza disfrutamos de contar cosas, ya no hay tiempo de comprar sandia. Caminamos de regreso, aunque tuvimos una parada para adquirir un caprichoso árbol de vida, de oferta por liquidación.
La luminosa tarde de sol radiante y cielo azul, nos permitió ver como en las bodas ya no se tira arroz, con flores de papel no parece que duren mucho, y así dura lo que dura.
Sevilla a 11 de Octubre de 2025
Francisco Rodriguez
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