sábado, 11 de marzo de 2023

Sin domingo por la Alfalfa

 


Palomitas de maíz

 

La gripe aviar, obliga a vacunar a todas las aves, y en su defecto sacrificarlas. Ni me imagino la pechuga Villeroy con sabor a farmacia. Como medida municipal se toma suspendee la actividad tradicional de los domingos en la Plaza de la Alfalfa. Mercado de los pajaros.Tanta sensibilidad pone las carnes de pollo.

Ni me imagino como estornudaran los columbidos pero como el paracetamol no es medida preventiva para colocar entre arrullos, al menos hasta que no le aparezca esa tos perruna en los gallos de amanecer, esa que solo alivia una paloma cazallera, la responsabilidad considera, como medida precautoria, no tomar ninguna, por lo cual, la tórtola turca, afincada desde hace años, seguirá irrumpiendo con sus llamadas intempestivas, en el despertar de las dulces mañanas de dormir.

Las romanas y las porcelanas, no son tipos de carnaval, ni enlosados del imperio en este caso, pues además de otras cosas son variedades de palomas, por lo cual, no son más que un peligro para los edificios afectados por la defecación, al menos, hasta que aparezca una mortandad preocupante, sobre todo, si se advierte que esta la causa la cepa alterada que tiene que llegar en los vuelos intercontinentales con las migraciones, mientras tanto, si la cosa marcha sobre ruedas, a que preocuparse, no hay dolor.

 

Mientras se clausura el mercado que expone a colillanos y marcheneros enjaulados, y otro pájaros documentados, se tiene un tratamiento distinto a las que, sin papeles, del mudéjar hizo su nidal, describiendo círculos en libertad. Los buchones y colipavos carecen de ese salvoconducto visual y responsable que limita sus movimientos de toda la vida, pero que no afectan a la fastidiosa tórtola turca que se adueña de los tejados, aprovechando la tolerancia obtenida por las arvejóneras blancas del parque, y las grises, que prosperan en las tejas a golpe de pan duro, que esparce la jubilación al sol..

Tal vez sea la mejor solución esto de no hacer nada con el pájaro libre, pues cabe preguntarse cuanto tiempo se necesitaría para capturar tantos que andan sueltos, mejor vuelan, aunque cientos volando no tengan el valor de uno en mano, y sin medios, pues no se cuenta, ni se dispone del necesario para vacunar y enjaular tantos individuos de las distintas variedades de la amplia familia aviar hasta que pase el peligro, cuando no, sacrificarlos en una de esas cámaras previstas para gasear pollos, al menor estornudo, o al menos, encerrarlos en esos camiones precintados para que obre en día festivo, antes de su incineración.

Sabía propuesta. Desde la responsabilidad se dice que no existe peligro en este tipo, de palomos, como el cajonazo del Yuyu. ¿Queda claro?
Pues la aviar no es una amenaza para las palomitas de maíz, ni para la que se equivoca buscando el mar, y como no es cuestión de estropear la fiesta por un resfriado del espurgabueyes, del sison, y del flamenco que estornude en la marisma, aunque contagie al pollo, a la ave fría, al pato, al cisne, a la focha, al perro, y al gato. Pero a la paloma, dice la responsabilidad, que lo mejor es ni tocarla. Con la paloma hemos topado.

Cuando se escuchan estas cosas hay que creer que quien se equivocó, en esta ocasión, no fue la de Alberti.

Sevilla, 2 de Marzo de 2006

Francisco Rodriguez

 

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