miércoles, 8 de marzo de 2023

condena

 


El efímero poder

 

Demasiado tiempo para todo. Poco bueno cabía esperar después de treinta y dos años en aquel habitáculo de terror, de condena, de tres por tres, al que llaman corredor cuando no deja de ser una angostura de expectación  donde se aguarda al destino, para una salida que le ponga el definitivo final, sabiendo que esta dependerá, sí airosa o lamentable, de muchas circunstancias y no solo del garabato ilegible del gobernante sobre un papel.

Miles de manifestaciones no pudieron evitar esta vez, la tantas veces demorada ejecución. De nada sirvieron las peticiones y firmas solidarias para impedir que se llevara a cabo lo que quedo en manos de tan efímero poder.

Tantos años de incertidumbres y temores para que finalmente un doctor encuentre torpemente la vena donde inyecten otros el vial sedativo que antecede a los componentes letales. Las ordenes, son las ordenes.

Pero seria negar la evidencia llegar a creer que tanto esfuerzo cívico realizado, a pesar de su resultado, intentando salvar al condenado, ha sido inútil, si se tiene en cuenta todo lo que ha quedado al descubierto, que no fue poco, mas lo que  aun quede por esclarecer.

El mediocre y violento actor se dio perfecta cuenta de que como matón tenía poco futuro en la Metro G. Mayer por lo que, valorando los pocos títulos que le quedaban, decidió salir del celuloide para encontrar uno mejor a la sombra de la política.

La vida de reo tuvo una duración de algo mas de treinta dos años, a lo largo de los cuales se sucedieron efímeros poderes que nadie recordará, pero el actor sabe de golpes y de efectos especiales entiende  que tal vez sea todo lo más que quede  en la memoria cada vez que se recuerde “forever” al desdichado.

Casi por la misma fecha del inicio de su condena, apareció ese reducto provisional, al que por aquí tambien  están decidido a acabar con el.

Tan pergeñada determinación tuvo anteriormente similares propuestas, pero ninguna llegó tan lejos como esta que, coincidiendo con lo de San Quintín, se ha rubricado para darle fin  a la Encarnación.

El doctor que ejerce de político buscó la salida en las pantallas a través de un cameo y la vena para llenar de narcotizantes amanitas el corazón de la ciudad ¿Lo ves Casiano? Es la libertad.

Con la poderosa firma de su efímero poder, no le duelen prendas recetar se dispense un genérico o un placebo, y sin temblor firma el documento para que aquello se reencarne en lo que sea a la vista de que nunca la Encarnación volverá a ser la de antes, tras la  invasiva intervención mutiladora de su gran plaza de abastos, otrora mercado municipal.

De nada ha servido las experiencias de galerías híbridas, todas cerradas y fracasadas, ni para menos se ha tenido en cuenta los éxitos comerciales de estos mercados en ciudades como Barcelona, Valencia, Madrid e incluso Oviedo, donde estos toman relevancia al valorarse tanto el interés cultural, como la importancia comercial de estos en los centros de estas ciudades.

Tal vez quede aun la posibilidad del milagro, pero hasta los jalogüeis del 07, contra el doctor No, solo cabe esperar que se produzca.

Será un día de difuntos, de celosías, de Tenorio, de humo de castañas, de misa ante el Cristo de Mieles, día triste en este año de espárragos y setas en Noviembre, y en Mayo rosa y clavel.

Francisco Rodríguez Estévez

Sevilla, 15-12-05

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