Las dudas estarían disipadas, si no fuera porque sus
antecesores también la dieron, de hecho todos las dan, palabras, palabras. Cada
vez tiene menos valor la palabra, y eso que los contratos verbales todavía tienen
validez jurídica, pero son tan alegremente dada por la clase política que
pierden todo su valor, de hecho la tienen fácil, la ofrecen sin detenerse a
pensar las consecuencias de la dadiva verbal, regalando los oídos a la bulla
hostil con generosas y tranquilizadoras promesas.
El pacto de progreso,
a través de su máximo portavoz, empeña la suya en esto de la Encarnación, y nos
promete un edificio emblemático. Este calificativo es totalmente nuevo, hubo
quien dijo mercado moderno, a otro le oí decir que sería de cine e incluso del
que todos hiciera que nos sintiéramos orgullosos. Palabras, palabras.
También hubo quien llevándolo a los sótanos, en planos y
proyectos fallidos tuvo tal desfachatez que lo llamó mercado tradicional.
Palabras, palabras y palabras.
Esperemos a que pase este periodo de estío y una vez
aplacado el furor de las manifestaciones de mortuorias y negros crespones, que
ya son ganas de disparatar, y cuando los ánimos encrespados vuelvan a la
serenidad podamos oír en las palabras del Alcalde como tiene previsto lograrlo.
Sevilla a 5 de Julio de 2003
Francisco Rodríguez Estévez
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