La Encarnación, calificada de aporía, se acerca a su final,
al menos eso nos dicen. Esperemos que sea el correcto. La Encarnación,
calificada de enigma, busca en el prestigio de un concurso apócrifo una salida
al enclave, que no fuera la inútil rampa a ninguna parte.
La Encarnación, calificada de galimatías, descubre
eléctricamente lo que todos sospechaban, el ábside de Oriente, aunque no pasen
los Magos. La Encarnación, calificada misterio, guardará en la cripta del
futuro su pasado bajo la plaza de toda la vida. La Encarnación, calificada de
enredo, aguarda la partida económica, clave para conseguir desenliar la madeja
sobre carmesí.
De todas formas, si
existe alguna solución, esta pasa por encontrar el criptex, conocer la clave
que pueda abrirle, y que este contenga la verdadera. El código da Vinci nos
describe este extraño artilugio, advirtiendo que su manipulación inadecuada
puede destruir el preciado contenido.
El criptex es una especie de juego al que se tiene que
tratar con mimo, como dice el doctor a los placeros. Un error y todo se va al
garete. La Encarnación es un criptex urbano, la clave es que solo en las
adecuadas manos se deja descubrir su secreto. No bastan los mimos definidos
desde las distancias de las intenciones, y de esto ahora hace un año.
Se dice que hasta en estos tiempos de vacío se le conoce más
por haberse convertido en bandera de la incapacidad. Un emblema de la ineptitud
de los responsables. Esto desde hace treinta y uno.
En el criptex,
conocer la clave sería encontrar la solución. No vale el azar. En la
Encarnación el concurso no tiene claves para abrirla, si acaso creará más
confusión, pues aparecen las noticias de su fallo cuando no se conoce la
valoración arqueológica. El misterio también puede ser que una vez conocido el
ganador, quien sabe por qué extraños meritos, se adjudique una emblemática
obra, sin concurso, por la vía de urgencias, ¿O será un enredo?
El enigma puede resolverse con el código de las
administraciones, voces al unísono, ¿ O le llamaran galimatías?. Todo es cuestión
de aguardar el final de la aporía, que según dicen está cerca.
Al menos el criptex deja claro que el mercado, la plaza de
abastos de toda la vida, no puede realizarse en el sótano. Y para caer en eso
se han tardado treinta y un años, aunque en el concurso aun no se hayan
enterado.
Sevilla a siete de Mayo de 2004
Francisco Rodríguez Estévez
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