A pocos días de que se produzca el fallo, nunca mejor dicho,
del concurso de (malas) ideas para la Encarnación, apenas si queda más recurso
que solicitar la intercesión de Santa Rita de Cassia, patrona de los
imposibles.
Tras varias horas de una de esas jornadas de análisis de lo
acontecido, propiciadas por una pequeña parte de la sociedad civil a la que le
preocupan las determinaciones que la administración toma al respecto, me llevó
a la reflexión de que por lo visto, esta, (la administración) siempre hace lo
que le viene en gana.
Paralizada la descabellada propuesta del mercado sótano,
entre otras cosas, por la aparición de la paleocristiana. Salvada por el gong
de las urnas, ahora se procede a la exculpación, nada menos que con la
convocatoria de un ambiguo concurso de ideas. El remedio, (peor que la
enfermedad), se puede convertir en un imposible proyecto que, en lugar de dejar
a los ciudadanos boquiabiertos admirando una epatante edificación, les dejará
como un mimo, sin palabras, cariacontecidos. ¿Dónde estará el mimo? Entendiendo
por mimo, palabras del Sr. Alcalde, aquello que no tiene que ver ni con la
gesticulación, ni con la política de gestos. El mimo era el cariño y el cuidado
que demandaba otrora el candidato Sánchez, para los placeros y su plaza de
abastos provisional, y este no se observa en ninguna de las propuestas, por más
que quieran disfrazar las evidencias.
¿El prestigio? Pues, tampoco
aparece en los pequeños formatos expositivos la firma de tal merecedor,
menos, los haberes para abonar minutas acordes, ni las cantidades para ejecutar
nada, ni tan siquiera para batirse el cobre, nunca mejor dicho, para esos
aplaudidos champiñones gigantes, tan espectaculares a los que llaman parasoles
increíbles, toxicidad y conductibilidad aparte.
¿El Emblemático? Más
de lo mismo, el mundo por montera, ¡Matemático! Que salgan las cuentas. Esquemático,
donde dije, digo, dice pobrecitos placeros. La plaza de abastos, compromiso que
viene de los tiempos del régimen, de cuando Franco, con expropiación forzosa a
los propietarios y arrendatarios, condicionada a la recuperación de esta y su
ocupación por los placeros que por lustros resisten, no deja de ser ahora, por
increíble que parezca, un mero detalle, una anécdota que no se tiene en cuenta.
El despiadado concurso incluso desobedece las buenas
intenciones del Sr. Sánchez cuando placeaba de candidato, si es que estas no
cambiaron tras los éxitos, cosa que suele pasar, pero desde luego que para nada
repara en las anteriores, devolverle el mercado a los placeros que llevan
tantos años en esas instalaciones que, al parecer, advirtió en la euforia de
las promesas, y tal vez por eso, tuvieron la consideración de inadecuadas.
¿Dónde está el
mercado? ¿Acaso no es la plaza de abasto, una plaza pública, de servicios, y
municipal? La selección de los diez
finalistas, diez ideas tan distintas, tan fuera de la contextualización urbana
de la Encarnación, tan distantes y desnaturalizadas de la plaza de abastos, tan
variopinta de capa, que más que concurso parece limpieza de corrales, donde el
morlaco llevará a la piadosa viuda de Casia, en un sobreesfuerzo mediador a
derramar hectolitros de lágrimas. Las mismas que con seguridad se nos salten a
algunos si no se obra el milagro.
Sevilla a 9 de Mayo de 2004
Francisco Rodríguez Estévez
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