domingo, 9 de noviembre de 2014

El chaman

Con estas orejitas que oyeron “amagrama” y a Serguei Noesmalo dar el cante, equivocando intencionadamente la letra en sus  aplaudidas interpretaciones “morankas”, escuché, hace unas noches, una tertulia radiofónica en horas de insomnio decir algo que me desveló.
 Si no fuera porque desde el anuncio de lo de las setas para la Encarnación, amanita venenosa que despierta una aversión justificada, me hubiera dormido, pues hasta  aquella fecha poco me importaba la micología  y hubiera carecido de mi interés los comentarios emitidos.
Los tertulianos eruditos en el tema, reconocían los efectos alucinógenos e incluso mortales de la amanita muscaria, y el conocimiento que de esta y los poderes narcotizantes de sus alcaloides tenían muchas civilizaciones y culturas de todo el mundo en el pasado. Donde el chaman, medico y sacerdote, brujo e individuo dominante de la tribu tenía el conocimiento de doblegar el letal jugo de tan peligrosa aliada.
Así pues la aplicaba como anti-depresivo, para las enfermedades del alma y abrir la mente, combatir la incertidumbre y especialmente para ver lo que los ojos no pueden, sanar enfermedades, fiebres, curar las heridas y eficaz analgésico ante el dolor.
Claro que los sistemas empleados para que la muscaria no fuera mortal solo eran conocidos por estos chamanes y alguna vez erraban intencionadamente para librarse sin sospechas de algún hijo de vecino que le fuera molesto. Si bien se sabe que la destilación era un proceso secreto.
Según los expertos comunicadores en la madrugada de insomnio, decían que se conoce como lo realizaban una etnia que habitaba en algún lugar del Canadá aquella que, conociendo el gusto de los alces por colocarse, como un pastillero el Sábado noche, seguían al rumiante para recoger la orina que guardaba los alcaloides destilados para preparar sus eficaces pócimas y ungüentos para remedio de todos los males.
En este punto, las opiniones fueron por otros derroteros, los de unos tratamientos con orinas, que al parecer existe y que parece aceptada en la medicina de algunos países y que llaman Urinoterpia, es decir curar a través de la propia orina, y comentaron varios ejemplos de las virtudes de ingerir la primera micción en el organismo.
Si no fuera porque desde que me enteré de que la azotea de la plaza de abasto que quieren construir en la Encarnación, está previsto un botellodromo, no me quito la idea de la cabeza de que aquello puede ser el mayor urinario del mundo, para delicia del chaman de turno recogiendo las meadas de la movida bajando por las suaves rampas.
Hubiera quedado dormido si no fue porque dándole vueltas a la cabeza por aquellos comentarios hasta que caí en lo que sucedía, y es que las ondas desvelan a sus oyentes y en ocasiones, los misterios.
El de la Encarnación había sido despejado y soñoliento me levanté para orinar y tomar un poco de leche caliente que me ayudara a lograr la reparadora fase REM, en las pocas horas que me quedaban para que mi despertador me avise y deje de soñar con mi plaza de abastos.
Está visto que el Consistorio niega la mayor afirmando categóricamente, casi enfermizamente la mentira, tal como que la Encarnación además del metro, tenga en el moderno edificio, cuando ni es moderno ni es edificio una cubierta, u ni me puedo imaginar el emblemático mercado. Con lo fácil que sería aprovechar tanto destilado para hacer un centro de salud.
Sevilla a 8 de Diciembre de 2004

Francisco Rodríguez Estévez

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