jueves, 8 de septiembre de 2011

Pepe

Y tú de quien eres

Después de muchos años advertí de su presencia en lo de la Encarnación, tal como confesara en la entrevista siendo candidato, este que ni ejerció de concejal en la oposición, y que se llegó a postular como el posible mejor alcalde para esta ciudad cuando ni le construían sueños, ni era de las personas, ni existía metro-centro, y naturalmente tampoco se le había ocurrido a nadie hacer lo de la Encarnación, pues en Berlín, aun no se daba clases de “ocurrencias” en la Universidad de Arquitectura.
Había venido para comprar el pescado, tal como en aquella declaración de principio, y resulta que se iba de vacío, tal como del sillón, cuando cayo en la cuenta que los números decían que el pescado ya estaba vendido.
Ahora ejerce de docente, preparando arquitectos para el futuro y en la asignatura según me dice se pone muchas veces este ejemplo de las setas, a tenor de los numerosos fallos que se muestran a simple vista. Toda una clase, para encontrar soluciones sobre el papel, que para nada van a tenerse en cuenta.
Aparte de que incluso antes de que estas setas de la Encarnación fueran inauguradas, (por criterio medico) pocos días antes de las elecciones, ya en Arabia Saudí tenían inaugurado, en el mismísimo desierto, el centro de dialogo,una edificacion con formas parecidas a estas de la Encarnacion, pues ocurre que estas micológicas cosas gustan mucho en aquellas latitudes, y ademas tienen cientos de desiertos para ponerlas, y cientos miles de petrodólares para hacer crecer setas como ficus de San Pedro, donde les parezca. Y no hay nada como el desierto para que luzcan.
Es cierto que esta megalomanía, patochada, o atrevimiento, suele ser propia del desconocimiento, seguro que a un arquitecto, ni se le hubiera ocurrido hacer semejante cosa, ni jugar a los medicos.
El ex-político, metido a docente debe de explicarle a sus alumnos, si es que lo sabe, todo lo que le sucedió a lo de la Encarnación para que semejante cosa, no encontrando un desierto donde realizarla, tuvo la consideración de premiarla nada menos que un jurado internacional y de prestigio, que en su mayoría ni conocían donde se encontraba la plaza de la Encarnación, y peor en algunos casos que ni sabian donde estaba esta ciudad que le abonaba un dinerito por mandar a un ayudante con gastos pagados, y opinar sobre el las imágenes de unas maquetas y renderes a tutiplén del DVD.
Mientras, en el interior del mercado amarillo, donde los olores ante la falta de ventilación se convierte en algo nauseabundo, donde cada día aparece una nueva reparación que realizar, donde la puerta de la travesía central acabaran poniéndola, pues no les queda otra, el arquitecto se despide si pescado que llevarse a la mesa, pero al menos se llevará nuevos apuntes para sus alumnos, y que tomen buen ejemplo de lo que ocurre, y no es otra cosa que al estudio de Jurgen el alemán, antes de las setas un autentico desconocido, y después de esta “obra” de ordenador, obra imposible, obra de madera, como que le llueven, como el agua por las setas, los contratos. A ver como se entiende esto.
Sevilla a 8 de Septiembre de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

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