martes, 13 de septiembre de 2011

medida de tiempo

Todo a cien

Es motivo de comentarios esta nueva velocidad implantada en la que se quiere ir solucionando los asuntos que tiene esta ciudad, pero con presupuesto de todo a cien.
El capitán a marcado velocidad de crucero para ir destapando agujeros de cazar elefantes, y levantar las alfombras de tapar agujeros, con esta rapidez de vértigo para la tortuga económica de los cajones vacíos, y la celeridad en el salto, del jamelgo burócrata de esta carrera de obstáculos, por los expedientes sin resolver.
Cien días de frenesí es una medida trepidante de tiempo, si mal algo escasa cuando media el estío en esta ciudad de calores, y centros vacíos, de sesteos que no dejan ver nada donde no había nada, con todo lo que debería de haber.
Por el momento cada día que pasa los electos bastante tienen con los sobresaltos que se pegan por no haber estado, estando, al tanto de todo lo que ignoraban y que deberían de saber, por lo que Agosto se hizo mes de comunicados. Saber o no saber.
Bastaba con una mirada a lo de la Encarnación, icono del tiempo rosa, para cuando menos pensar que aquello en Abril no era precisamente azahar, pues la pinta de celosía intuía a esta flor de los muertos que en Noviembre formara parte del tiempo “franco” de recuerdos, con los eres de Mercasevilla, el Jardin del Prado, la torre cajasol, y demas fundaciones, (punta de iceberg), y que son conocidas como las crestas de gallos de la corona mortuoria.
Por el momento, instalados en el poder, y mientras se van cumpliendo los plazos, solicitan a los medios, para que estos transmitan a las personas, incluidas las de esta ciudad, que la cosa esta tela de difícil, y que no queda, sin que sea cuestión de tiempo, nada para acabar el año, pues ocurre que, en lugar de una flor en el puño, en estos últimos pusieron un agujero en la palma y dejaron todas las trampas puestas donde no habia ni elefantes que cazar.
No hay dinero, es un mensaje tan obsoleto como lo del todo a cien, de cuando era todo bien, quien se acuerda a estas alturas de aquel todo a cien de otro tiempo de caprichos en la que se llenaba la cesta de múltiples tonterías inservibles. Inutil lamento.
La tentación de adquirir la tontería siempre califica al comprador, ¿Cuánto tiempo puede durar una herramienta del chino de la esquina? Seria suficiente que pudiera servir la primera, pero en ocasiones ni eso.
Es posible que aun queden muchas alfombras por levantar una vez acaben los cien días, y en los próximos siguientes lo mismo se les ocurre y miran en lo de las setas, pues tontería más grande no la pueden encontrar en ningún chino. “Dícese de quien fue engañado como un idem”
Sevilla a 13 de Septiembre de 2011
Francisco Rodriguez

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