domingo, 25 de septiembre de 2011

Adictos al silencio

Desintoxicación

Nunca pude imaginar que me quitaría del tabaco, y que hacerlo me costara tan poco esfuerzo Va para cuatro años que gracias a una faringitis que se me hacia repugnante, a pesar de mis deseos, encender el cigarrillo.
Lo peor era que tenia un cartón nuevo y varios paquetes, abiertos, y sin abrir, y ninguna voluntad por dejarlo, tal era la situación, que a nada que cogía el paquete dispuesto a fumar, las fatigas me hacían desistir, cosa que en otras ocasiones, nunca me había ocurrido El caso es que habían pasado dos días y no pude dar ni una sola calada, lo cual me llevo a plantearme dejarlo, y hasta ahora.
Lo mejor de todo es que no me molesta que otras personas fumen cerca de donde me encuentro, es mas, sigo apreciando el buen aroma del nocivo tabaco al que tuve adición por más de cincuenta años ininterrumpidamente.
Ahora me alegro, acaso solo sea por no tener esas fatiguitas de muerte que se me producían al levantarme cada día, incluso mi bigote cano perdió el marrón amarillento que había teñido el humo Debo de confesar que a veces me tienta el deseo, mas para auto convencerme de mi control, lo cual no quiere decir que no llegue algún día la ocasión, y el control me descontrole.
Escribir también me llevó a la adicción y hacia varias días que aparecía la desgana a nada que abriera el portátil, y volvía a cerrarlo al igual que hacia con el paquete de tabaco, parecía que me estaba desintoxicando del negror de la brea que lo de la Encarnación, encendiéndome los humos me había producido una adicción que sola, acaso por el tiempo perdido, se va diluyendo.
Ni pienso, ni por un solo momento, que voy a dejar de reivindicar la puerta del mercado de la única manera posible que tengo, pues esta entrada se hace vital para mejorar las condiciones comerciales, hasta el momento tan escasas que se me hace imposible que empeoren.
Es probable que en la apatía provenga de los pobres resultados de lo tantas veces dicho, como puedan ser las referencias a las fotovoltaicas, al laberíntico trazado del mercado, la peste, la puerta, el retorno de Ceres, las luces, las paradas de los autobuses, los altísimos costos, los impuestos municipales, la debilidad de una cooperativa jibarizada, la indolencia de los damnificados comerciantes hoy subarrendatarios, antes administradores de lo propio, los silencios de la callada mariana, y cientos de cosas que lo mismo todo por reiterado quedó convertido en rutina, y aun siendo temas importantes, tal como la fuente mas antigua de la ciudad y la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, la sostenibilidad de una cubierta y la Ley FERAEE, incluso el propio reglamento en vigor, para la anchura del viario interior del llamado mercado, que todo parece importar muy poco, y lo mismo puede ser que no importe nada, pero nada de nada, y de esos “silenciosos” síntomas tan perjudiciales parece que no hay tratamiento de desintoxicación posible, y crean que debe ser una pena acabar de esa forma.
Sevilla a 25 de Septiembre de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

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