martes, 1 de marzo de 2011

Idus, (pero idus de verdad)

Llegan los Idus

Nadie sabe si será en la escalinata de Regina, esa que divide asimétricamente, de forma caprichosa la seta uno, parasol invasor de la alineación de la plaza, mushroom de la puerta norte. Lo mismo puede ser en la gran escalera de Poniente, a la sombra del parasol de los urinarios, seta dos, champiñón de la venera, de Gestoso, de Neptuno, e igualmente el hecho podría producirse en la rampa zig-zag para la fácil escalada de quienes posean la movilidad reducida, o quien dice en la amplitud de los peldaños de la fachada Sur, por donde enlaza, (con puente de plata), la quinta columna, y la sexta que escapa mirando espadañas y sin fotovoltaicas.
Puede ser en cualquier lugar, incluso en la escalera, para que a la Encarnación le llegue esa puñalada trapera, colectiva, y anónima, justo en los idus, que es donde mas duele.
Llegan los idus, y tal como llegó el día final para el Cesar, anunciado por Espurina, a la Encarnación le quieren clavar la ultima estaca, cual si fuera un vampiro, y van todos, cual “espurios” , y los muy "brutos" lo unico que quieren es ir a ver su agónico estertor, acaso para escuchar su ultimo ay, como frase de Cesar, “tu también, mira que eres bruto, no seas tan hijo, mi arma”. Sevillanisima e hispalense frase lapidaria, para calificar a sus agresores.
Los Idus llegan, como llega todo, para que entre todos, incluido el más “bruto”, saquen sus aplausos de puñales, para clavarlos en la madera de la ultima traviesa de este tren que agota la madera, y mas madera, para gritar esto es la guerra, con tantos idus y venidus.
Lo mismo es para la Semana Santa que es cuando lo de la Encarnación acaba clavada, naturalmente en la madera. De que otra manera se le puede poner fin a lo de la Encarnación.
Encarnación que cierra ciclos inaugurales, acaso con la instalación de sillas que permitan socializar, como el mirador de tejados, el paso de las cofradías bajo las majestuosas formas micológicas del icono que le hicieron a lo de la Encarnación, simplemente, por aquello de que allí, zona degradada, no se podía hacer otra cosa. Con el bajonazo en los lomos, sintiendo el acero en sus adentros, que diría Cesar, que no fuera “mira que eres hijo, y bruto”.
Sevilla a 1 de Marzo de 2011
(A dos semanas de los idus)
Francisco Rodríguez Estévez

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