domingo, 6 de marzo de 2011

Clave en madera (o atornille)



La ultima tabla

Con el cursillo recibido ex profeso para instalar, bien con cola, con resina, con remaches, incluso con pernos para la sujeción de la clave de lo de la Encarnación, no hubo dudas de que subiendo como se había subido, y de que madera, y que manera de apretar, atornillar, y ajustar la ultima tabla, tal que pareciera que existiera cualificación en el ensamble, cuando aquello solo podría ser un acto fotográfico.
Todos recordaran que lo del “metropol”, que tuvo rampa a ninguna parte hasta hace unos días, rampa para un gran aparcamiento y mercado sótano, rampa de lanzamiento para firmas de pactos, ¡Ay, Alameda!, mucho antes que se convocara el concurso de ideas que nos trajo eso que, aun sin inaugurar, le olvidaron (como las fotovoltaicas obligatorias), nada menos que la primera piedra, pues es lógico que al menos tenga este acto de la ultima tabla.
Dicho y hecho, se acabará lo de la Encarnación, justo cuando empieza el final del misterio que acaba en madera, y al igual que no le tiembla el pulso a la responsabilidad firmando aparcamientos, esta que la sustituye, escala y trepa con la intrepidez de echarse la madera a los lomos como si de Europa se tratase, en el final de la efímera subida, no hace mas que ponerle, para el recuerdo,( en el cumplimiento de su fidelidad) el ultimo apretón, la ultima vuelta de rosca, sin que se sepa cuando llegará el ultimo plazo de la letra, ni por cuanto salió el mueble.
Y es que todo parece tan perdurable, en lo de la Encarnación de madera, que si alguien opina sobre la duración de la nueva provisionalidad del mercado amarillo, no es que le falte razón, sobre todo cuando, entre las ilustrísimas por salir, y las ilustrísimas por entrar, lo mismo le pusieron, aunque fuera con el pensamiento, fecha de caducidad. Y la Diosa Ceres, por llegar, por venir, por colocar, como si de una “urna” se tratara, y la Gorgona Medusa, como el metro, como la rampa, en el “hipogeo” de la “encarnadura”. Puerta, puerto, plaza, mercado, estación y aeropuerto, mercado, estación, puerta y puerto. ¡Qué cosa más grande!

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