jueves, 22 de abril de 2010

Parece que el tiempo dice algo,si se le escucha

Hetría de una madeja

Desde mucho antes, cuando si acaso el enredo era un par de nudos, casi en el principio, cuando no se podía sospechar que se llegara a este punto sin retorno, muchos de los que tienen sueldo y grado obtenidos en oposición, sabían que no era sensato, por si los cómodos destinos fueran cambiados a un remoto lugar del desierto almeriense, ponerse a tirar del hilo de esta hetría del galimatico y enigmatico in situ, donde puede verse ahora, ocupando su lugar, como los muros de hormigón son utilizados como integumento para ocultar la verdadera historia.
Tampoco es bueno poner en un brete, que no es cuna del mosto, ni chamizo que ofrece su acogedora umbría, a quienes tanto le va en ello, por lo que será mejor prescindir de sus sapiencias.
Fuera de la erudición, en la ignorancia, que no ceguera, se advierte como la paleocristiana aun resiste soportando tanta carga encima, y las maquinarias pesadas pasándole a diario por lo alto, con lo cual es de temer que inexorablemente la conducirán a tomar el mismo camino de otros estratos que, por las primeras bullas y otra metodología llevada a cabo por las urgencias, les tocaron en suerte emprender.
Aunque no puede verse, allí permanece sin descubrirnos su pasado, tapada, escondida, justo en el intercolunminio del P-3 y P-4, como un barquito de dos hundido, justo donde está previsto el arranque de la sinuosa escalera en zig-zag, y la rampa en ziiiig-zaaaag, Angriru de categoría especial, para las personas de esta ciudad que utilizan para su movilidad la tracción mecánica, a sangre y cadena, e incluso a batería.
A esta cosa que se premió como proyecto metropol, los de la madeja, aquell@s que titulan carrera superior y atesoran el conocimiento para saber que las tendencias de urbanismo sostenible es el antagonismo de esta llamada hetría a la que le borraron en sus planos “la estación del metro como intercambiador de la optima movilidad”, utilizando el juego de palabra , deberían de ofrecer sus conocimientos a favor de esta callada mariana, sin pensar en los encargos que pueden cancelarse, pero como tampoco es cuestión de que nadie se moje en este integumento, esperaremos a que el tiempo hable.
Francisco Rodríguez Estevez
Sevilla a 20 de febrero de 2007

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