jueves, 8 de abril de 2010

ESPERANDO

El sorteo

Tentando a la suerte en la ruleta de los números, como si de un juego se tratara, la fortuna quedó en manos del azar. Fueron muchos años si que esta que la bambarria nos trae apareciera, y no es cuestión de despreciar al destino. El caso fue que bastó tan solo con el anuncio del inesperado sorteo, que tal noticia hizo que apareciera el júbilo en la lánguida plaza.
Embriagados por las venturas, unos, y otros desolados por la desdichas que se otorgaron en las urgencias de la insólita celebración, apenas hay reflexión en lo que acontece, el vértigo se adueñó, por la vía de las urgencias, de una salida imposible.
En la vigilia propia que la incertidumbre causa, se permanece alerta al aviso de la INMINENTE TERMINACION DEL MERCADO DEFINITIVO DE LA ENCARNACION, para una vez dentro, comprobar si las cabalas que se hicieron durante la interminable espera, coinciden con los números de la suerte que propició el sorteo que se llevo a cabo por aquello de lo inmediato, aunque tarde un año. Cuarenta, rojo, par y pasa. Gana la banca.
Con los números echados en el sortilegio del futuro, como si hubieran sido agraciados por la suerte, ya todo es cuestión de esperar a que TERMINEN LO INMINENTE, bien de inmediato, cosa imposible, o en todo caso el año que viene, cosa probable.
Queda claro que poco importa saber los números de corresponden a los costos y los de los gastos, menos los que figuren en las condiciones del contrato, y para nada conocer aquellos que hagan referencia a derechos y deberes, si lo que importa es tener el numero, el numero de la suerte.
La fortuna hizo que el capricho fuera quien pusiera el numero de puestos en el mercado definitivo, dicho sea que tiene predicción de que no llegará a cumplir los años que llegó a cumplir el provisional, aunque lo hiciera perdiendo efectivos, tal como una sangría. por la herida abierta.
Fueron números perdidos para siempre, tributo a tantos años de decadencia, números sin suerte esos cincuenta y tres que faltan, acaso aniquilados por los cuarenta supervivientes de lo ignoto, y que se piensan que son agraciados, que no afortunados, pues será el tiempo el que dirá si las ruinas estaban en el sótano.
Con los números de una suerte anunciada, y la suerte del sorteo, bajo las viejas chapas de la cubierta de la plaza se han disipados todas las incertidumbres. Lo INMINENTE es lo INMINENTE, tal como la mentira, cosa rotunda y sin paliativos, que acaba siendo descubierta con el tiempo, tal como un azulejo inaugural, ya sea INMINENTEMENTE, o dentro de un año.

Sevilla a 8 de Abril de 2010
Francisco Rodriguez Estevez

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