domingo, 11 de abril de 2010

Para el verano

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Una vez pasada la tormenta que a la provisionalidad trajo el inesperado sorteo, de nuevo, en el bidonville todo volvió a la calma chicha de la espera. La anormal situacion creada intencionadamente, una vez pasada, encontro otra vez la normalidad, como si la conexión directa, de repente, hubiera quedado en stand by.
Por el momento, ni los anuncios inaugurales, quebranta la apatía que se ha generalizado bajo las chapas provisionales, y por lo que parece, solo se animaría el cotarro de nuevo con la llegada de mas madera, de toda la madera que falta, de toda la madera que hay que pegar, esa que está pagada con dinero de todos, según el anterior delegado, y que por el momento no ha llegado, aunque se le espera, por mas que no se explica, por aquello de que no se entendería. Cosa que suele suceder con lo inexplicable.
De todas maneras, cabe imaginar que entre los cuarenta puede haber de todo, como gustos, como colores, algunos, hasta dicen entenderlo, y otros, como que no quieren entender de nada. Pero, acaso pueda preocuparles, quien lo sabe, si cuando en la innovación que bajo las setas los acojas, y sepan que perderán la tutora “veteranía” que por incomprensible adscripción en la Encarnacion, venían, previo pago, manteniendo. Está bien eso de que en lo nuevo, cuando llegue, se haga sin lastres pasados, con ilusiones nuevas, con nuevos deseos, con nuevos conceptos, se diría que hasta con nuevos comercios. Acaso sea esa la idea preestablecida, y que por mas que el anuncio sea una premonició, no tenga caso, pues una vez que fueron eliminados por el módico método de la autoexclusión, unos cuantos, y por la comunal antropofagia el resto que estorbaba, no será fácil, para los elegidos soportar el dos y medio por ciento, del capitulo de gastos.
Coincidirá la perdida del baluarte de la “veteranía” con la llegada del nuevo tiempo, que de llegar, llegara para ponerle fin a todo un sistema, y como si no se quisiera ver, como si no se quisiera saber, pasan los días sin el aprovechamiento de la preparación que se hará necesaria, para resistir, pues ya no valen los conocimientos anteriores, ni se contará en el futuro con esa “veteranía”, a la que cuando llegue el final, sin cuentas que rendir, siempre nos dará un balance inútil.
Los anuncios tienen una velocidad distinta a los hechos, y el único cierto por el momento es el de la llegada del verano, que siempre lo hace en Junio, para poner fin a la primavera.
Sevilla a 11 de Abril de 2010

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