viernes, 1 de enero de 2010

EN DOS MIL DOS ( Ocho años despues)

Nada menos que en 2002, sucedieron esta cosas que nadie quiso ver y que hoy rescato de la memoria perdida de un viejo ordenador para refrescar el olvido.


mercado de esperas

Cinco años



Cinco años, cinco. Este 18 de Abril, gris en su atardecer con un tímido amago de fina lluvia, hace cinco años, cinco, que en aquel festivo día de feria, los operarios trabajaron a destajo para traspasar hasta más allá del limite de su acerado, cortando las seudo acacias que aun quedaban marcando un perímetro violado, para poner aquel vallado opaco con el que se iniciaba, ni se sabe que fase de no se cual proyecto de tantos que tuvo esta Encarnación, al que obviamente llamé de los sótanos, al tratarse de una soterrada idea del urbanismo, que ahora llaman del tiempo oscuro, pero que este caprichoso de absurdas setas se alumbró con toda la intención de hacerle bueno, a pesar de que aquel fuera por todos reconocido como desastroso.

Fue una actuación sorpresa, a hurtadillas, esa que justo hace cinco años llevaron a cabo donde toda la vergüenza de un degradante solar en el centro de la ciudad, tuvo un súbito interés electoralista, partidista, de coalición, con lo cual parecía que definitivamente sería finiquitada, y con ello aparecería la oportunidad que esperaban los olvidado y arrinconados vendedores del que fuera el céntrico e importante mercado, para dejar de una vez para siempre, otra vergüenza tal vez mayor para la ciudad, esa provisionalidad de chapas a la que se acogieron en tiempos de obediencia, esperando una solución que, a todas luces, dejó ver toda la ineptitud de los indolentes responsables que pasaron a lo largo de nada menos que seis lustros. Lo toma o lo dejas, esto es lo que hay. Generoso ofrecimiento.

Pero el tiempo, cinco años, se encarga de recordarnos que la actitud y la aptitud no es cosa vieja, y esta no dista de la disposición que durante tres décadas fueron creando este disparate de record. Se diría que con el aumento de de un lustro, en la actualidad, se está en condiciones optimas para batir todas las marcas, incluidas las olimpicas, en dilación, costos, e inutilidad, incluida la rampa. Uno piensa lo difícil que aquí resulta construir un mercado, cuando viendo en Barcelona, referente de esta ciudad, como en el plazo de dos años, una situación similar ha tenido la respuesta de un precioso mercado como el de Santa Catrina, al que pueden, gracias a Internet, darse un garbeo, y ustedes mismos juzguen.

Cierto es que gracias a la gran demora, la Encarnación nos ha regalado otras Sevillas que tenía en sus entrañas guardada la demolida plaza de abastos, Isbilya e Hispalis, a la que hace poco le llamaron cuatro piedras, la irresponsabilidad responsable. Renovarse, o morir.

De cumplirse los lamentables objetivos marcados, y que con semejantes antecedentes, convendría siempre poner en cuarentena las palabras que tan alegremente nos obsequian, donde el endeudamiento nos empobrece, por más que parezca que rebosan las arcas, de tal suerte que lo del museo, tal vez fuera posible que lo ocupe los espacios que dejaron la mas invasiva de las cimentaciones, y que solo pueda albergar una parte del legado, lo dejado a salvo, de aquellas viejas Sevilla, para que sea colocado como buenamente se pueda entre los muros y cilindros de hormigón, donde quedaran tan desubicados esos fragmentos de Historia, que lo del “in situ” no dejará de ser una gran broma, solo comparable a lo que será “esa cosa”, que quieren hacernos creer que llamándole emblematico mercado, tenemos que aceptar como si un dogma fuera, o cuando menos una castrense consigna.

Francisco Rodríguez Estevez

Sevilla a 18 de Abril de 2007

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