lunes, 19 de enero de 2009

Una orden, es una orden

Llegó el comandante

Dice la leyenda, e incluso la canción, que lo que hizo, al ver el desorden que se había originado, y poder controlar el caos iniciado, que llegó y mandó parar.
El mando siempre está para dar órdenes, y asumir las responsabilidades, lo que evidencia su liderazgo. La orden dada es tajante, aunque, contraria a la del comandante.
El mando exige, magnus itineribus, para que aquello no se detenga bajo ninguna excusa. Vamos que hasta lo de la crisis, tiene que ser un acicate para acabarlo.
Llega la orden algo más que tarde, cuando después de 17 largos meses se pasaron de la fecha prevista en el contrato de adjudicación, para que se inaugurara “lo de la Encarnación”, como de repente se ha caído en la cuenta de que aquello tiene una cierta demora. Pero en lugar de buscar en la letra pequeña del contrato, si existiera la responsabilidad culpatoria, e incluso si quedaron fijadas las penalizaciones, según los casos, se tira por el camino de las urgencias, cuando nadie las tienes y se ordena que definitivamente se concluya, sin pausas, la insufrible obra, por el habitual método de las inauguraciones parciales.
Nada puede haber que la detenga, va en juego la palabra tantas veces dada. Seria inexplicable que se pudiera parar “esa cosa” cuyo origen, que no originalidad, fue gestada donde, sabiendo que nunca pasa nada, tiene la exclusiva capacidad de, si la ocurrencia le fuera ajena, poder abortarla.
A nadie escapa, por no ser nuevo, que a lo de la Encarnación por fases, ya se le venia venir que tuviera ese final propiciado, cuando empezaron a llamarle polietapica, y eso ocurrió a nada que empezaron a perderse fases en el disparatado camino.
Tanto la estación del metro bajo el “metropol”, como la del metro-centro, a la sombra del “parasol”, fueron las primeras fases que se suprimieron.
La Hispalis, y la Isbilya, joyas del pasado, tambien sufrieron notables perdidas, el ladrillo no sabe de historias, pero quien pone el grito en el Cielo, cuando solo se escucha el silencio.
Otra fase de la polietapica, que se calló, y se cayó de los carteles, fue lo del “planetarium”, a la se podría añadir el desaparecido vergel de trepadoras que daría color al ecológico proyecto sostenible y olor insostenible en el espacio lúdico para la juventud.
Recuperada la perdida fase de seguridad, por sus extraordinarias medidas olvidadas, causas de tantos retrasos, falta conocer las fases que se llevará conocer las medidas que se tomen para instalar las placas solares para el ahorro energético, obligatorias por Ley, e incluidas en las medidas para la lucha del cambio climático y para la salida de la crisis económica.
Claro que es mas que posible que esto de las setas se acabe algún día, aunque sea por fases, tal y como se ha dado orden tan explicita, y para nada puede importar que la seta uno, roce con su salida de alineación lo ordenado, ni que la seta seis, no se haya leído lo de la contaminación visual que tan claro queda definido en la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía.
Sin comandante que mande a parar, la suerte, la mala suerte de lo de la Encarnación, fuera que tal cosa no se le ocurriera a la oposición, que si no, a nada que le metieran mano, que distinta hubiera sido la orden. A parar. A parar, he dicho. (Dijo el comandante)
Sevilla a 19 de Enero de 2009

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