lunes, 26 de enero de 2009

Encarnacion, contrato sacro

Contrato de papel

No intenten comprender nada, sería tan inútil como encontrar una respuesta. Solo basta ver aquello que, por incomprensible, quedó sin explicarse bajo el pretexto de “que no se entendería”.
Respuesta torpe, con la que se enjuicia la capacidad de entendimiento. Respuesta inteligente, cuando afirma que aquello es ininteligible. Dos respuestas en una sola frase, para acrecentar el enigma.
Pero es lo que tenemos con lo de la Encarnación, que hasta después de pérdida, toda lógica, no deja de sorprender.
Con la “instrucción” dada, por aquello de “la insoportable demora”, llegamos a saber que sigue existiendo buen “feeling” entre las partes. Ante esta “intimación” declarada, después de lo “pasado”, con la misma constructora, en que cabeza cabe, que se le pueda exigir, otra vez, lo que dice un papel firmado. ¡Vamos!, ni de broma, que es comida, ni de boca, que es estoma, por más que tuviera original y copia.
Esto de los papeles si que está pareciendo “que no se entendería”, cuando unas veces lo aguanta todo, y en otras es papel mojado. Nada mejor que un contrato verbal, la palabra es sagrada, sin cláusulas, ni penalizaciones. Así, desde luego, no parece que sea serio mantener el buen rollito existente, cuando este anteriormente desaparece por el “incumplimiento” de otro “encarguito” en el que las cláusulas determinaron su cancelación. Tanto se debe, tanto se paga.
Pero con la “instrucción” dada, la “insoportable demora”, parece que no es suficiente causa de ruptura para actuar de la misma forma. Y esto debería de explicarse aun corriendo el riesgo de “que no se entendería”.
Sevilla a 26 de Enero de 2009
(Año chino del buey)
Francisco Rodríguez Estevez

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