Dos días, mañana tres. Lo mismo ni el domingo, podría ser el Lunes, y no puedo estar seguro de que pudiera ser que la vea. Lo de la conjuntivitis ya quedó atrás, porque no es por eso, aunque si, cierto es que dejö una secuela que se me “caga” el ojo izquierdo, ojo sensible, ojo avizor, que me marca no solo la climatología, también mi estado de ánimo. Animus iocandi.
Es verdad que los encuentros no se dan como quisiera, y lo fácil es lo difícil, todo es como llegar a entender los diálogos “osores” a la primera. Cinco meses de intentar aprender el esperanto y aun no la comprendo, aunque siempre le contesto que entiendo lo que dice, faltaría más. Tu sabes.
Parece que solo soy yo quien está convencido de que este juego no es juego, pero creo que se le ha puesto reglas que no tenía. Pues de oca, siempre se va a oca y se tira porque toca.
Nada de tocar, y si te metes en la casilla cincuenta y dos hubieras preferido meterte en un charco, es que no se habla en el juego de eso, para nada, y menos de “eso”, y ni se te ocurra ir a los recuerdos del pasado. Solo presente, arándanos, lavadoras y cocina. Una vez me pregunto al verla ¿como?, la tienes estupenda, y le dije que normal, era la tensión arterial que a veces está pelín alta.
Hoy me la imagino en la gran mesa familiar compartirla con
la alegría de superar todo lo pasado, y que no es poco, Antonio Pigafetta que tanto nos dejo escrito con total certeza que parece mentira de cuanto sucedió, se hubiera quedado
corto. No todo el mundo tiene su fortaleza, fortaleza coraza, coraza que su
instinto le dice como al cocinero experto que no hace falta probar el guiso si
los ingredientes son buenos, el gusto en la mesa, en la gran mesa familiar.
Acaso en la noche, como furtivos haremos recuento de lo que cobramos desde el puesto de rececho, y ahí no valen bromas que las armas las cargas el diablo, tal como los tiros son balas perdidas, y nos contaremos cuantas piezas se no fueron y cuantas dejamos ir.
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