La broma
Que es especial, lo sé, que aun lo es más para mí que por que no le gusta, ni hablo de “eso”, ni del pasado, que paseo perro y voy al supermercado como logros de amor, que más parecen tener poco valor en meritos alcanzados, que me he aprendido todos los nombres que más fácil se me hizo memorizar los reyes godos, pues por una broma casi infantil a punto estuve de volver a ese irascible y alocado joven que nunca quiso conocer el amor, y que en su ocaso comparte la vida con el teclado de su viejo ordenador de gastadas letras..
Por suerte todo volvió en el lógico sentido, pues nunca una broma, un chiste entre adultos nunca, nunca, puede ser una falta de respeto, tal como le había parecido mi comentario, aunque algunos me los ponga como las carambolas a Fernando VII. Y dice que no se enfada y que sea como yo era, pues es evidente que algo me ha cambiado al quererla, y ella lo sabe.
Guardare la copia íntegra de la pava móvil, aunque sé que
podría borrar su parte de la contienda dialéctica de respeto y broma, y que
terminamos con lavado y cocina, de algo tenemos que hablar, y hasta de culo del
pollo que lo pone a huevo. Hoy hemos paseado, siempre con Julieta, e incluso
visitamos el convento donde tengo a la comunidad de religiosas rezando para mi felicidad.
¿Quién le cuenta ahora lo del rubí? Una fantasía onírica que podía inventar del lactante de Heracles agarrado a los pechos de Hera. Me pregunto si le faltaría el respeto. Broma, es alimento y con las cosa de comer no se juega.
Sevilla a 29 de Abril 2025
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