Nos vemos
El mensaje de voz que llego ya tarde en el tiempo, me creó una extraña duda, pues sin concretar ni dia, ni hora, ni el destino que me pareció, diré pelín extraño, pero a esas horas no era momento de elegir, si hay que ir, se va.
El sueño no llega al dar vueltas a la inconcreta misiva, y aunque el deseo sea el de verla el destino se me hace lejos especialmente caminando. No lo será si le sugiero llegar en taxi, e incluso puede haber alguna línea de autobús que tendré que consultar.
Todo parece indicar que será un paseo matutino para llegar a un lugar aún desconocido e inconcreto, pero trato de recordar que, de llegar, en aquella plaza pueda existir ningún comercio. Me planteo tomar alguna iniciativa que cabe temer que sea rechazada.
La duermevela me hace pensar en tomar un coche de caballo a los pies de la Giralda, para iniciar un pausado paseo que nos lleve a completar, al paso de sangre, el oval recorrido de la plaza de España, para tras la vuelta adentrarse en breve recorrido en la umbría del parque. Son poco más de dos en la pantalla del despertador que sonara como cada dia a las 6,30, y que de un tiempo a esta parte apenas le hago el menor caso.
El pensamiento es más intenso que la gominolas de ashwagadha, el adaptogeno que tomo para inducir al sueño, aunque también tiene otros efectos.
El cochero es una persona que canta como un gondolier veneciano al trote del blanco corcel que tira de la calesa. Tengo la impresión que es un hombre pequeño, por los brazos que manejan las riendas, ella dice que canta bien, pero en el sueño no se le escucha.
La parada es justa a la puerta de un “hammam”, deja caer que hace calor y le apetecería un baño. Nunca he estado en un sitio de esos de sauna y masaje, pero.... allá vamos, la ducha es de agua muy fría que me acobarda continuar el recorrido, un espejo delata mi enorme barriga y lo estrecho del bañador que hemos comprado. Se la ve contenta en agua fría es un ritual que disfruta cada mañana, yo ni por asomo, y me pego a la pàred evitando cualquier gota, la empleada corta el grifo para que pase.
El baño caliente es extremo, no estamos para estos cambios de temperatura, el masaje terapéutico es para su cuello y el mío a la cintura, no está mal. Ha sido divertido y una relajante música blanca favoreció los laberintos.
Las muñidas toallas de rizos confortan con su abrazo de algodón. Miro al reloj digital de números rojos para ver que son cerca de las tres. Tras el baño reparador la hamburguesería que esta justo al lado nos repone.
El sopor me lleva a la puerta de un hotel de lujo, la habitación da a la piscina, en el interior hay como una nube de polvo dorado que llena la estancia en lenta caída de partículas de brillante oro, las sabanas son rosas de ese resbaladizo raso.… y entonces a las cuatro de la madrugada, decidí tomarme el noctamil. Sevilla a 21 de Abril de 2025-
Francisco Rodriguez
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