miércoles, 23 de abril de 2025

De paseo

 

El paseo de Julieta

A las 7,30 el móvil estaba en carga, solo había que esperar a que sonara. Sonar, sonó, justo cuando me encontraba en una actividad del centro que las programa para mayores. Atiendo la llamada y compruebo que con bastante anterioridad se había recibido otra que se me paso desapercibida. Era un mensaje  preguntándome la ubicación.

 Ahora su voz marca el punto de encuentro, apresurado bajo las escaleras y entro en los servicios para lavarme las manos manchadas en la actividad, el espejo me señala una pequeña mancha en la barrigota, una contrariedad.

Voy a casa y cambio de camisa y dejo la chaqueta, pues el esplendido día marcará buena temperatura para tanta ropa. Salgo corriendo a velocidad que ya no es propia y un nuevo mensaje dice “no corras”, el autobús se acerca a la parada y aun me faltan metros, si no le alcanzo lo suyo será un taxi. Un último mensaje para decirle estoy en la última  parada. Allí estaba, su perrita me hizo más fiestas, y según creo no hace con todo el mundo.

Un paseo sin rumbo, es el paseo de Julieta. Un paseo que nos sirve, al menos a mí, que en cada paso me guste más, lo cual no es ningún merito y ella lo sabe, ella gusta a cualquier hombre, que por ahora es mi suerte, solo falta la otra mitad, pues esto siempre fue cosa de dos.

La decisión de no hablar a partir de ahora ni de “eso”, ni del pasado, es como una prueba, dura prueba hasta que me conozca. ¡Quiere conocerme mejor!  La Entiendo, aplicando la coletilla que siempre usa, “tú me entiendes” y digo que sí, que puedo hacer, escuchando lo que hizo con quienes ni pasó la primera prueba. Porque esto son pruebas, y no sirven ya otros deseos, pues es su corazón es el juez implacable de su amor. Ni poesía, ni flores, ni bombones, ni manita tonta, ni mucho menos tocar hablando, todo lo más por ahora es coger la cuerda de Julieta, la yorkshire que se arrastra a las pasiones ante cualquier chucho que viene a olerla.

Hoy tengo la tarde ocupada con cosas, no es cuestión de atosigarla, aunque me dijo que le agobiaba, y aun no somos pocos más que paseantes de Julieta. No volveremos a hablar del pasado, por lo que tendrá que conocerme en el presente donde la ancianidad no es referente de belleza, donde el dinero escasea como la vista y el pelo, donde la salud se mantiene cuidándola y el amor, aunque nos duela, ya no está entre las sabanas.


Al llegar a casa más de diez mil pasos marcaba el reloj, no había desayunado pensando en que lo haríamos juntos en alguna terraza, pero es algo que no es de su agrado, pienso que será por el momento y que al menos en esto no será tan estricta, pero es verdad que los precios de los bares son para desayunar en casa.                                                    Sevilla a 23 de Abril de 2025

Francisco Rodríguez Estévez     

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