domingo, 27 de abril de 2025

Otra prueba

 

La muralla

Ni sé como llegue a tiempo. Desde muy temprano tratando de encontrar la avería eléctrica que nos dejo sin luz en la parcelita. El electricista hace comprobaciones con cautela pues  el voltaje de 380, que solo sé que es peligroso, no admite bromas.

Hago hincapié que si fuera posible que para las once de la mañana pudiera haber localizado y reparado la sección de cable que no da continuidad, el profesional no quiere prisas y a mí se me pasan los minutos volando. Llevaba dos horas y madias y con la avería localizada no disponemos del cable suficiente, un cable de mayor capacidad o lo que sea, 25 metros.  Le pido por favor que lo deje y él se empeña en cerrar todos los registros abiertos  demorando la posibilidad de salir con rapidez a fin de que me diera tiempo de comprarlo en un almacén de electrizad  que me coge de paso y continuar mañana.

Vuelo con mi viejo coche, llego al almacen, compro el cable y el diferencial, pero el tiempo corre solo me queda al llegar a casa llamarla  y comunicarle  mi atraso. No sé cómo pude pero llegué. Justo a las doce y media coincidíamos en la llegada. Era una visita guiada a la muralla de Sevilla, una motivación para estar, como ella dice conociéndome. Le acompaña su hija Marta que vive cercana al arco, donde tiene lugar la identificación para facilitar los auriculares.

Le presento al profesor Esteban Moreno que nos ilustrará con sus conocimientos no en balde es máximo conocedor, y aun tenemos tiempo de un café y …..¿piña?.

La visita dura algo más de una hora y acudimos al bar que tenía previsto pero estaba cerrado, Sevilla tiene muchos, este es frecuentado por Marta con su familia, incluso es posible que por Juan de Dios, al que aun no conozca de hombre y creo  recordarle de pequeños. Mi suerte es que todos sus hijos parece que me conocen, y ella, solo quiere conocerme mejor, como la canción  de los Beatles.

En la terraza las cervezas y los calamares nos ayudan a la conversación de lo que no hablamos ni de “eso” ni del pasado, el momento donde hacemos participe a Marta de nuestra “locura”, contándole  nuestras risas de dialogo “ozores”, que es como ella lo llama, ( la pava por móvil) pues lo mismo le vendo un Hospital, que no le explico bien donde meto el dedo.... (en el pequeño teclado del ordenador). Las risas nos aparece cuando al llegar la segunda cerveza, esta vez con puntillitas y su zumo de piña,  y que aunque dice que come, diría que no la vi que lo hiciera.

Todo empezó cuando me comento de la habilidad acrobática que tenia de poner la cabeza en el suelo, y no me parece que tenga tanto merito, basta con tenderte y apoyarla tal que fuera una siesta en la playa, pero no, es otra cosa, debe ser un espectáculo. Y ahí empezó la descripción de la diaria sesión de ejercicios que me recomienda tal como ella realiza, contarselo a Marta fue de tal hilaridad que incluso pude sentir la sal humedecer mis ojos de tantas risas, de un rato de felicidad, reírse es sano.Llorar es bueno.

Dejamos a Marta cerca de su domicilio, e iniciamos un largo paseo hacia su casa en el sopor de una tarde calurosa sin hablar ni de “eso”, ni del pasado,  el trayecto es un aula de conocimiento de una gran familia en la que creo saber todos los nombres y el de sus parejas, los nietos, biznietos,  incluso la profesión de uno de los consuegros.

 Regreso a casa en solitario y cansado y aunque le he dicho hasta donde un hombre puede decir, ni caso, al menos me despidió con su sonrisa.


 Siempre lo hace, aun no le he contado lo de la vía láctea, que son gotas de los pechos de Hera donde se alimento Hércules el de las doce pruebas.  Lo se porque lo he leído.

Sevilla a 27 de Abril de 2025

Francisco Rodriguez

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