domingo, 6 de mayo de 2012

Cabo de vela




Apenas queda cera que sirva de soporte al ennegrecido cabo, que mas parece rabo de mariposa en aceite, que queda alumbrando con su pobre luz en el nuevo amanecer, que aun no siendo brillante, al menos muestra la llegada del nuevo día.

A veces pienso, con todo o que supuso en mi vida la encarnación, que ya nada me preocupa de aquel ayer, que por reciente, pudiera haber quedado encendido, pero se que sigo prendido, mal que me pese, igual que el cabo en la cera derretida, cuando parece, en el débil parpadeo de su final, que aun desprende los negros humos de los presagios en los vuelos caprichosos, ya inexistentes, que formaba en el aire cuando alumbraba, mientras se fundía.

No puede preocupar el pasado, por mas que este fuera el peor de los presentes, y como el futuro siempre es incierto, lo mismo trae una sorpresa, que apaga (y vámonos) la vela, y lo deja todo a oscuras, que por algo es imprevisible.

Hoy Internet permite entender algo que en su tiempo se me hizo ajeno, y cuya importancia estaría en su momento, y que siendo parte del que me toco vivir, pues como que no me enteré de nada. Lo mismo lo gasté en otras cosas.

Eran tiempos en los que nada de lo que por importante que pudieran ser aquellos movimientos, no dejaba de ser, para la mayoría de los jóvenes, algo tan simple como una fiesta dominguera con conjuntos.

Poco importaba que, ni como, ni donde, cuando los mitos, eran de fuera, y además cantaban diez años antes su música en otra parte del globo, aparte del tocadiscos, adquirido a plazos con un curso de ingles.

Hoy he estado viendo un documental de trozos sueltos sobre la vida de los líderes de los distintos grupos más importantes que surgieron en los setenta en esta bendita tierra, como avanzadilla de la modernidad. A todos se les nota en sus caras de mayor edad el desgaste que padecieron por vivir viviendo, y darse el placer de verse morir sabiéndolo.

Anécdotas de cuanto dilapidaron por vivir, de cuanto gastaron por vivir, y cuanto dejaron por vivir, que mas parecía que malvivieron por evitar la preocupación del futuro, sin salida, y estar en un presente continuo que les convierte en singulares, una vez muertos, y acaso en la reencarnación se Sawa, ¡Ay, Alameda!, cuando formaban parte de la ciudad como un PGOU, abierto a ideas innovadoras, “lo estoy dejando”.

Desde hace un tiempo a esta parte trato de no preocuparme de lo de la Encarnación, un lugar transformado donde “crecieron las setas”, tema de “Los deliqüentes” en su despedida garrapatera, un lugar donde los creadores muertos como toreros, Julio, Silvio, Rockberto, Er Migue, podrían componer en la mayor indignación” temas para rato con la inspiración y arena en los zapatos”.

Por el momento, y mientras sale el asunto de la puerta que como dijo aquel: “ahora tengo algo importante entre manos, no tengo nada”, solo cabe esperar en este eterno presente la luz de un nuevo día y lo mismo ni importa que la vela se haya consumido en su totalidad y ahora solo sea una mancha, de hecho, al fin y al cabo, no había mas cera.

Sevilla a 6 de Mayo de 2012-

Francisco Rodríguez Estevez

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