domingo, 1 de enero de 2012

U V A S (del once)

Perlas

En las urgencias, con las que en el pasado once, salimos de la provisionalidad eterna, para entrar en esta efímera estabilidad, que bajo el disfraz de la vanguardia eliminó, devorándose a si misma, a mas de la mitad de los resistentes, pues, como que se me pasó hacer la referencia escrita, en esta bitácora, de las perlas que acontecieron, para que fueran como doce uvas, de tal suerte, que la palomino, como la trebbiano, tuvieran la acidez justa del racimo que se ofrece, y que por el transparente brillo de su oriente mágico, fueran perlas para guardarlas toda la vida.
Fue todo tan precipitado, que ni los deseos de aquella Epifania, pudieron hacérmelos llegar (hasta el enigmático Poniente en el que se dispuso mi destino) aquellos reyes que sin GPS, trataron de buscar el camino correcto para encontrarme dentro del galimatico laberinto. Una dificultad solventada por aquellos que todo lo conceden, y que cada año vuelven del mágico Oriente a lomos de las cabalgaduras, eso sí, siempre y cuando les llegue la carta.
“Querido Rey Gaspar, como todos los años, te diré que sigo siendo bueno, pero como estoy muy liado con la mudanza esta que el doctor nos ha organizado, mejor dejo en tus manos lo que quieras regalarme”.
Y lo que son las cosas del “traduktor”. En la mañana de la ilusión, junto a los zapatos bien brillantes, me dejaron unos guantes, con lo bien que me hubiera venido lo de la puerta.
La perla primera, como uva que marca la una, debería de ser la frase de quien en la responsabilidad dijo que si se tendría que cambiar normas y reglamentos para hacer aquello, pues que se haría. (Presentación de los seleccionados en el edifico del Álvarez Quintero)
Ya la segunda, se pudo encontrar en el Ateneo, con la teoría de las capas de cebollas, ¿hasta cuanto podemos destruir, sabiendo que lo que se retira del pasado es como una capa de cebolla que se tira a la basura.? (aun faltaba lo de la mas invasiva de la cimentaciones)
Acaso la tercera, fuera lo de la sinergia del mercado, y que en la Encarnación no se habia destrozado nada, si no todo o contrario, se ha recuperado un lugar vacío que será convertido en la sinergia del deteriorado sector, locomotora del comercio.
La cuarta uva, perla de nácar tornasolado, viene con lo del mimo, ya que los pobrecitos placeros llevaban tanto tiempo que la cosa debe de ser tratada con mucho mimo, es decir, sin palabras. (Declaraciones a los medios)
Como no hay quinto malo, por que no recordar las del berlinés en Antares, mientras mas polémico sea el proyecto mas importancia cobrará para la ciudad, (aun se ignora el costo).
La sexta, seria la del lapsus lingue, comentario antologico para el mundo esoterico, de que se cambiaria las placas de metal del proyecto premiado por madera metálica, (en la televisión local)
La séptima fue capturada mucho antes de que en la iglesia desacralizada a tiempo parcial de Santa Marina, se hizo referencia al papanatismo, que seria la octava, y apareció en la prensa aquel que nunca hizo mercado aunque se le encargaron de forma oficial, y con el aplauso de los placeros, cuando le calificó de “miura”, y ya ven cada día sale en el manso, de mansalva, una nueva pega.
La novena uva, ya con la boca llena, la encontramos en aquella que si hay que esperar unos pocos meses más, después de tantos años pues que más da, (cuando se llevaba más de dos años de demora)
La décima es sin duda la de la madera, ¡mas madera!, poco antes de marcharse de la responsabilidad.
La uva once, se la merece aquel que queriendo ser concejal, se prestó a lo que se le indicara, y aunque pocas veces pudo abrir la boca, en el documental que con motivo del viaje a las serrerías de la Forrest, se le escucha el comentario sobre el pegado, “que maravilla”. (Puro entendimiento)
Para la doce, aunque hay para una “gruesa”, elegiremos el bautizo de las setas, que tuvo al padrino y padre la autoria de quien dispuso que allí se necesitaba algo lo suficientemente grande, al que los sevillanos y sevillanas, se acostumbrarían e incluso llegarían a quererle como propio para disfrutarlo. Y ni te imaginas, no veas la cola que hacen los niños para montarse en los ponys y los camellos.
Sevilla a 1 de Enero de 2012-
Francisco Rodríguez Estévez

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