martes, 3 de marzo de 2009

Sin principios,todo acaba

Todo tiene su fin

Con recuerdos de Alameda, ¡Ay, Encarnación!, todo tiene su fin. Cuando algo empieza lo logico es que acabe, si mal, como lo de la Encarnación, ¡Ay, Alameda!, con la incertidumbre de un imprevisible final, fuera de todo plazo, peor, que resultara su inicio inevitable.
Con semejante ocurrencia, lo evidente resultaba claro, a partir de la Encarnación, puerta, puerto, plaza, mercado, estación y aeropuerto, era impepinable que se podría comenzar cualquier cosa.
El dilema está en el incierto final del pepino, pues lo mismo puede acabar en el gazpacho, repitiéndose con lo eructos, que finamente laminado como mascara facial de alguna cara.
Vistas y sabidas, las propiedades, pueden ser aplicadas tanto como alimento, como en cosmética. Dualidad a la carta que encaja pepino con destino, Málaga, o Sevilla. Un caro pepino al que se destina 311 millones para el encaje de bolillos financiero.
Sin embargo mi diccionario dice que pepino es cosa sin valor. Verbigracia: “Me importa un pepino”.
Pero no quiere decir que sea pobre, pues pertenece a la familia de los “Cucumis”, a pesar de que no tiene consaguinidad con el cuco, que es pájaro, ni con el reloj, que es de pared, como tampoco tiene nada que ver setas con pepino, aunque suenan lo mismo cuando llegan las horas.
Pero lo peor de la “pepónide” está en que se repite demasiado. Venenosos, no son, pero pueden llegar a producir diarreas algunas variedades.
El “Gran pepo”, por indigerible, tiene que servirse “cocido”. El cocido de pepo, dice que quitara mucha hambre. Pan para hoy, sin que preocupe el de mañana, que cuando mañana salga el sol, las setas mostraran las sombras. ¡Cuanta verdura!
El pepo, es pepino, la sandia, pepon. Cuanto se aprende con el diccionario. Dice que penuria es la falta de cosas que son precisas.
Ahora se trata de aplicar sus enseñanzas para encontrar la explicación, si con la penuria que existe al escasear tantas cosas que son precisas, (se diría que mas precisas que setas y pepino), estas no disponen financiación para solucionarlas. Pero como todo tiene su fin, a lo peor, la respuesta sin convicción sea, que no hay dinero.
Sevilla a 3 de Marzo de 2009
Francisco Rodríguez Estévez

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