viernes, 28 de noviembre de 2008

Por el Oeste

El cartel

Cabe la posibilidad de que el cartel de los toros, en sus últimas ediciones, tuviera la virtud de un dudoso gusto, al que llaman provocación de la atención. Lo cual hace evidente que esas provocaciones por aquí no alcanzan más que un comentario de barra a la afición y apenas pasa inadvertida para los demás.
Es una pena el costo de esos esfuerzos creativos, que no llegan a cuajar a pesar del desembolso. Parece ser que es cosa de chirigotas, pues no existe en esta ciudad que nos enamora esas voces que los popularicen, así quedarían recordados durante años, tal como el que magistralmente realizara Rafael Alberti, para los carnavales gaditanos. “Pero, Rafael de mi arma, que coño es eso”.
Sigue siendo la línea, llamada vanguardia, la elegida por la oficialidad, tal como hacia el propietario del cabaret parisino, que le encargaba vanguardias, cuando nadie daba un duro por ellas, para cobrar el ajenjo al noble tullido, genio tras su muerte.
El cartel de fiestas, ha sido creado por una artista de fuera, acaso sea un gesto integrador para dar importancia a aquello que no debería de tenerla, que sea una mujer, y que sea extranjera, cuando lo que interesa es difundir al mundo, con el escaparate del anuncio, que Sevilla está en fiestas.
Viéndolo, da que pensar que se haya querido resaltar la belleza de la mujer sevillana, claro está que en plan moderno, pero sin pircing en la nariz, ni tatuaje de colorines.
Poca significación puede tener estas omisiones, dentro de tanta modernidad, cuando aquello no deja de ser un mero anuncio realizado en un soporte efímero del que, aparte de lo anecdótico, pronto caerá en el olvido, con la excepción del currículo de la autora.
Lo peor es que a esta amante para los soñadores, madre, para sus hijos. Mujer, cantada en romántico bolero, Sevilla, en definitiva para todos, tenga que lucir, por narices, el pircing que le colocaron en la Encarnación, mostrar el tatuaje desangelado que le hicieron en la Alameda, y para desfigurar toda la belleza que conserva a sus años, esta bella y vieja dama, aparte de cepillarle el frondoso jardin, ni les cuento lo que quieren meterle por la puerta de entrada al “oeste”.
Sevilla a 27 de Noviembre de 2008
Francisco Rodríguez Estévez

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