domingo, 30 de noviembre de 2008

Bronce en las plazas

En la madera

En medio de la plaza, salvados los veladores, sin velas y sin madera, como temiendo que por el recurso se la fueran a retirar, lo de la Encarnación se explica en el Salvador.
Enfrente, al final, cerrando el conjunto, la mascara del sortilegio de la suerte.
Bajando por entrecarceles, se llega hasta el Ayuntamiento. En la puerta, como siempre, lo vi pensando. En su metalica mente no deja de darle vueltas a lo que acierta a ver. Siguiendo la línea de su vista, aparente e imaginaria, esta conduce a unos bancos vacíos, (sin comentario), revestidos de una madera desvencijada por el tiempo, escaso tiempo, pues ya era sabido que la madera nunca es metalica, salvo las que se anunciaron para la Encarnación.
El aspecto que ofrecen, bancos y madera, se diría que afean aun mas el transformismo ejercido, si es que se tiene memoria, de las de acordarse, en lugar de bronce fundido, como para recordar.
El sortilegio de la suerte, no se quedará permanentemente en la plaza. El pensador, tampoco, en el andén inexistente.
Otra suerte, y otro anden de un inexistente metro será para la de la Encarnación que se queda sin estación posible, con el fin que en el futuro puedan acceder al centro, llamado peatonal, a todas las personas que sueñan, tan solo por estar dormidas.
Esa plaza cada día más lejos, por razones técnicas y obvias, de un metro- centro, al que llaman tranvía. Esa plaza donde se eterniza una llamada vanguardia, para colmatar los de deseos de mimo ofrecido a los damnificados de las provisionales medidas tomadas por el franquismo, para que sea historia olvidada, después de 35 años, y erigir en su lugar otro recuerdo histórico.
Cogida de lleno por la crisis del ladrillo la constructora, se vuelven a abrir heridas viejas, a la espera de lo que la mano visible no escatime en maderas y pegamentos, como queriendo olvidar que no solo las escombreras se llenaron de pasado con las invisibles.
Desde el andén inexistente, donde el pensador clava su mirada en el estado en que se encuentran actualmente los bancos, de madera, ¿Alguien pensará, en lo de la Encarnación?
Frente a la famosa escultura que, no por olvido, sin madera pende en el Salvador, la mascara del sortilegio de la suerte, que tanto sabe de bancos y de maderas, nos recuerda cuanta fue que se olvidaran de la seguridad y de las fotovoltaicas.
Sevilla a 30 de Noviembre de 2008
Francisco Rodríguez Estévez

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