martes, 11 de noviembre de 2008

Luz en las sombras

La luz

Se nos acaba este año ocho en el que tantas esperanza de cambio estaban depositadas, y que resultó ser de lo peorcito. El tiempo de celosías es el que indica el coletazo final, para que el granate aterciopelado de sus flores mantenga el recuerdo de las ausencias, siempre presentes en toda memoria.
Noviembre nos trajo, además de “al elegido” 44, que suma ocho, como lo de la Encarnación, la silla para lo del G-7+1, que tambien suman ocho, al objeto de refundar el capitalismo, desde el socialismo. Acaso se entienda con el paso del tiempo.
En este de gori-gori en el que estamos inmersos, la discusión, jaula de grillos, se centra en lo de la luz (y taquígrafos). Una vez más hay que discernir entre poner la mortecina luz de bajo consumo, y mínimo alumbrado, para indicar la llegada del solsticio del frío, y la luminosidad que reclaman los comerciantes, especialmente los del centro, para que estas lucernarias adornen calles y plazas con motivo de las tradicionales fiestas navideñas.
No hay contradicción, tal como el periodista, columnista, historiador y colaborador quiere hacernos ver, cuando por un lado se reclama, evitar las emisiones de gases a la atmósfera y el ahorro energético, al tiempo que se desea que, por unos días, la ciudad tenga el brillo, aunque sea el de las luces, que la saque de la opacidad.
Puede que este gasto parezca oneroso, e incluso gravoso, para unas arcas endeudadas, que lapidan hasta el caudal que no existe. Es previsible que la producción de la energía para encender esas ascuas de luz que se demanda, genere tal cantidad de CO2, que su consumo le haría cosquillas, de pura risa, al que se factura por derroche en algunos establecimientos públicos,por no utilizar la energia solar obligatoria.
Tampoco puede haber contradicción en defender los árboles, en especial los que se talan con justificaciones imposible, y exigir el alumbrado para las fiestas de Adviento. Llega la Encarnación. Llega la Luz
Si la excusa para instalar las siniestras bombillitas es el de la emisión de gases, no corten árboles, ellos lo absorben. Si la excusa es el ahorro energético, dejen el coche oficial, y optimicen los aparatos de climatización de los despachos. Si la excusa es el costo, eliminen los almuerzos de trabajo. Si la excusa es salir de la llamada desaceleración, que se convirtió en crisis, y ahora es reseción, pregúntense que se hizo para que todo haya salido tan mal, y tengamos que pagarlo entre todos, como lo de la Encarnación.
Sevilla a 11 de Noviembre de 2008
Francisco Rodríguez Estévez

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