Me encontraba en aquel santuario de libertad, que es la
palabra, escuchando en el oratorio los panegíricos que los co-celebrantes,
justamente hacían, del oficiante biblocantano. Tenía coartada, para justificar
mi presencia, él me conoce.
Allí me encontraba junto a tantos ilustres y me sentía
tranquilo entre tanto docto personal, justo sentado frente a esa mesa de operaciones idealistas, que nos
hacia referencias de un reciente pasado que nos permita avanzar con su conocimiento
hacia un futuro que permita evitar los errores cometidos.
Desde Galicia, Cesar Portela trajo en su verbo la gracia, el
duende y el desparpajo andaluz, y el dulce timbre de Daniel Álvarez llenó su
parlamento de saudade, de morriña de otro tiempo, intercambiando sus papeles.
Ciencias por Letras, Finisterrae por Al Andalus y viceversa, para dar paso al interviniente.
El titubeo inicial, debido a la emoción, por las
contracciones del encaje, encontró la firmeza de sus convicciones al percibir
el silencio de quirófano que se hizo, y que con expectación aguardaba la salida
de esta obra unigénita, de momento, que describía en pequeñas fracciones todo
el proceso.
Desde su concepción
en la alacena de la casa-patio, gestada en el marsupio de su memoria, y amamantada
en el pezón de la constancia aquello creció en la amniótica bolsa de recuerdo,
de ilusión y de cariño durante años para llegar al delicado momento de romper
aguas en el pre parto.
Desde la paternidad Antonio Barrionuevo confiesa que no
tiene intención de regalarle un hermanito al neonato que viene al mundo en esta
tercera vivienda, que junto al propio cuerpo, como primera y el domicilio, como
segunda, es esta anárquica ciudad que crece arbórea y sin proyecto, donde
muralla, río, y ferrocarril impiden la cuadricula ordenada, y diagonales que la
crucen en un viario racional pues creció guardando las fisonomías de las mil
huertas que, cuando sus propietarios cansados del almocafre decidían vender a promotores.
La cuarta vivienda en mi caso es el mercado de la
Encarnación, en el que estoy pasando provisionalmente la vida esperando El
Emblemático, como si del propio Godor de tratara, y acabara definitivamente
tanta espera.
El arquitecto
co-presentador Cesar Portela, de sobrado prestigio, como lo de las Bases del
concurso de ideas, me comentó que en Pontevedra, ha reconstruido el mercado de
abastos, con 280 puestos, número cercano a los 320 de la Boqueria de Barcelona
e igualando al Central de Valencia. Son
formas de crecer las ciudades y con ello sus edificios públicos. En San
Sebastián se está construyendo, mientras aquí estamos en fase concursal, otro
de 220 puestos.
Pobre me parece, después de tanta provisionalidad y espera,
reducir a los placeros de la Encarnación, y limitar a 50 el número de puestos, con las cifras que se
tienen en otras ciudades anteriormente expresadas, para este de la Encarnación llamado por el propio
Alcalde como Emblemático de Sevilla, pues ya deja cuales son las intenciones
del ayuntamiento, pues esta plaza municipal de abastos nos aparecerá sin
aspiraciones para que pueda ser grande y menos si tal como se lee en las bases
para el mismo además pretende colmatar el lirismo del lema concursal, más
parecido a la filacteria de una corona de flores funerarias de claveles purpuras
y fárfaras depositadas en la pesada losa donde quedará para los restos, y que
reza en letras posiblemente de duelo,
que lo de la Encarnación escribe su
epitafio donde tanto fue no queda nada, aunque
ponga Mercado, Plaza, Puerta, Puerto,
Estación, Aeropuerto, Puerta, Plaza y Mercado. Además faltaron las letras de
intercambiador modal, terminal de Tussam , parada de metro, y cripta museística
de la Pequeña Julia. Demasiado, como para escribir un solo libro. Así crece
Sevilla.
Sevilla 8 de Noviembre de 2003
Francisco Rodríguez Estévez
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