jueves, 6 de noviembre de 2014

Triquitraque

Al muy hijo de Pepita, tuvo a bien Maruja, la suegra de Piruja llamarle acertadamente triquitraque, aunque al unigénito ya se le conocía por cristalito, entiendo que merecidamente. Este triquitraque al que raro era día que no las tenia tiesas con alguna de las personas que acertaban para su desacierto a realizarle alguna compra, pues cuando no era el cambio, la caducidad, u otra circunstancia, el caso era que cristalitos montaba tal pollo que por vergüenza la persona abandonaba ante el escándalo, mas nunca apareció la horma de su zapato,  y cuantas veces  aparecía un posible conato de ella para que le pudiera poner en su sitio, el caso es que nunca llegó, y eso que en mas de una ocasión estuviera a punto.
Este tal triquitraque tuvo como mayor gesta quedarse de forma vergonzante con una foto ampliada del solar de la Encarnación que me regaló su autor Carlos Ortega, una panorámica de toda las fachadas Norte con la ruinas en amplitud,  y que presté  para que fuera copiada a un cliente, un vecino que su hijo tiene o tenia estudio en la casa que aparecía en la panorámica, de tal suerte que la devolución la efectuó la señora, y en lugar de entregármela la realizó en manos del cristalito, el cual desmintió a la señora cuando le recabó la devolución de la misma que por error le había entregado, ese es el personaje. Con su pan se la coma.
Triquitraque, el muy hijo de Pepita tiene también en su referente de hazañas haber partido el único banco de madera que quedaba de la desaparecida Academia Politécnica Sevillana, fue un regalo de que hizo la señorita Adelina, y que permitía a las personas descansar las compras en el. Era un banco de madera pintado de rojo que estuvo durante generaciones en el parvulario de aquella escuela, posiblemente tuviera los cien años y un alto valor sentimental, pues este cristalitos tuvo a mal hacerlo pedazos en la tarde de un Jueves Santo, en la que tuvo que llegar ex profeso hasta el provisional mercado para realizar un acto de por si inexplicable, y además llevar los pedazos una vez destrozado, hasta un lugar no muy lejano donde dos dia después pude encontrarlo. Ni que decir tiene que nadie, aun teniendo las puertas cerradas, dice que alcanzara a verle, y aunque nunca reconoció su autoría, es cierto que aunque los cristales de la barriga apenas podían hacerle poco mas que cosquilleo, acaso su mentor fuera quien le aconsejara que debería de repararlo, pero las mil argucias de triquitraque lo impidieron, tal es así que quien por su fidelidad años mas tarde seria pagado con el despido, avergonzado me confesó que se estaba jugando el empleo si me decía lo que yo ya sabia. 
Cuando triquitraque subió a lo mas alto para verse con el doctor, los bomberos no pudieron bajarle por la escalera de caracol. El muy hijo de Pepita se la pegó a un chino antes de salir de naja, y pasó a la jubilación, y es que el corazón no perdona. Ego te absolvo. 

Sevilla 6 de Noviembre de 2014

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