miércoles, 5 de noviembre de 2014

Imaginad, por un instante

Solo por la curiosidad de contemplarle, acaso por la novedad, se dice que recibe cada una media de tres mil quinientas visita de pago por día, que no es moco de pavo. De ser cierta la cifra habrá convertido, a pesar del clima y otros factores intrínsecos  de todos conocidos, un lugar degradado en centro de interés turístico. Un plus para una ciudad norteña que apenas tiene nada que mostrar.
Independientemente de las exposiciones que allí tienen lugar, el mayor reclamo lo tiene el propio edificio, aunque no se han cuantificado el numero de aquellos que solo lo contemplan exteriormente y que, a juzgar por el coste de la entrada, son bastantes más que los que lo recorren por dentro.
Algo similar ocurrirá cuando se culmine el que se está realizando  en la capital  pamplonesa, con el valor añadido de que este  lleva integrado la conservación de los restos arqueológicos de la fortificación que descubrieron durante los trabajos de cimentación. En este caso el multiuso a que se destina, entra en los cálculos, que supere con crece  las visitas del anterior. El Baluarte con una superficie en su solar, inferior a los ocho mil metros cuadrados y el Guggenheim con   algunos menos han tenido la suerte que  al  de la Encarnación le ha faltado.
Disponiendo de algo más de siete mil y con la posibilidad de ampliar  si se integran las calles y placitas, se conseguiría obtener una superficie superior a los quince mil metros cuadrados, que no me puedo imaginar lo que  allí se podría realizar.
Basta ver los reportajes de la comunidad valenciana, con las atractivas instalaciones de vanguardia que, a través de ellos, nos muestran instalaciones envidiables. El tiempo dirá, pero mientras esto ocurre si disponen  del suficiente  vayan a lo  que fue la expo y háganlo sin prisas, con las claras del  día, pues salir del laberinto de barrotes blanco, le llevará su tiempo.
En la noche, la movida y las copas se llevan la palma en tan malogrado lugar. Ni se les ocurra hacer comparaciones. Imaginad si tuviéramos responsables públicos con las ideas tan claras, como aquellos de ciudades que de espacios degradados se transforman. ¿Que no realizarían en la Encarnación?
Aquí, por el momento todo lo más que se le ocurre, al que se le ocurren las cosas, ha sido el invento  de un mercado –cueva, los locales de marras, aparcamientos rotatorios y de ruinas que ni le hablen, sobre todo la que tiene el comercio.  ¡Ay, tanto que imaginar!
Sevilla a 20 de Noviembre de 2004

Francisco Rodríguez Estévez

No hay comentarios: