A la lluvia se la aguarda con una cierta normalidad en el
loco Febrero, pero la inesperada pluviometría que desató la borrasca atlántica
chafó los esperados días de carnaval. Cayendo a cantaros volvió a anegarse la
Pequeña Julia, donde los técnicos ingleses escrutan su interior con el manojo
de cables que trajeron, para realizar las pruebas con sondas electromagnéticas.
Deben de estar escamados pues con la humedad cesaron en la
actividad al primer calambrazo. No es broma el inminente peligro de
electrocución, como tampoco que las casas romanas, despojadas de las
multicolores teselas sufren la hidrocución que le producen los chaparrones.
Las inclemencias del temporal y las anteriores vibraciones
del sonar han hecho buscar un refugio en la provisionalidad al gato Emblemático,
pues con el hambre en la barriga y las molestias en el laberinto auditivo de la
sensibilidad de sus siete vidas, trata de buscarse una sin tantos ajetreos,
entre los desperdicios que encuentra en el bidonville.
Con las marcas diluidas por los aguaceros, en su territorio
de caza y amor, apenas queda nada que llevarse a la boca con tanto trasiego
levantándole las pocas presas que quedan con las descargas a 125.
En las alcantarillas
romanas ni siquiera queda la momia de una rata liofilizada para preparar un
reconfortante caldo al gusto cantonés, y en los pilones que en otro tiempo
elaboraron el delicioso garum solo quedan raspas y escamas resecas.
Los sesenta y tres placeros aguardan el fallo provisional,
es de esperar que la provisionalidad no dure lo mismo que la plaza de toda la
vida de la Encarnación.
Antes de las elecciones al alimón, generales y autonómicas,
sabremos la elección de la mascota y el resultado del estudio geo-sonar, ambos
en proceso, para descubrirse.
Como puede apreciarse, esto sigue como bien dijo la valerosa
delegada, “que no hay quien lo pare”, tal vez porque no anda, si bien los
progresistas responsables actuales están más escamados y en sus declaraciones
hacen filigranas de chantillí de espina de pescado, pues el asunto financiero
tiene mucho que hilar fino y las arcas, como los escamados pilones, están secas
como las raspas.
Viendo el anegado solar, el escamado gato muestra las uñas,
se encrespa pero no huye como el escaldado. El agua de lluvia no quema.
Sevilla a 23 de Febrero de 2004
Francisco Rodríguez Estévez
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