miércoles, 19 de noviembre de 2014

El milagro

A pocos días de que se produzca el fallo, nunca mejor dicho, del concurso de (malas) ideas para la Encarnación, apenas si queda más recurso que solicitar la intercesión de Santa Rita de Cassia, patrona de los imposibles.
Tras varias horas de una de esas jornadas de análisis de lo acontecido, propiciadas por una pequeña parte de la sociedad civil a la que le preocupan las determinaciones que la administración toma al respecto, me llevó a la reflexión de que por lo visto, esta, (la administración) siempre hace lo que le viene en gana.
Paralizada la descabellada propuesta del mercado sótano, entre otras cosas, por la aparición de la paleocristiana. Salvada por el gong de las urnas, ahora se procede a la exculpación, nada menos que con la convocatoria de un ambiguo concurso de ideas. El remedio, (peor que la enfermedad), se puede convertir en un imposible proyecto que, en lugar de dejar a los ciudadanos boquiabiertos admirando una epatante edificación, les dejará como un mimo, sin palabras, cariacontecidos. ¿Dónde estará el mimo? Entendiendo por mimo, palabras del Sr. Alcalde, aquello que no tiene que ver ni con la gesticulación, ni con la política de gestos. El mimo era el cariño y el cuidado que demandaba otrora el candidato Sánchez, para los placeros y su plaza de abastos provisional, y este no se observa en ninguna de las propuestas, por más que quieran disfrazar las evidencias.
¿El prestigio? Pues, tampoco  aparece en los pequeños formatos expositivos la firma de tal merecedor, menos, los haberes para abonar minutas acordes, ni las cantidades para ejecutar nada, ni tan siquiera para batirse el cobre, nunca mejor dicho, para esos aplaudidos champiñones gigantes, tan espectaculares a los que llaman parasoles increíbles, toxicidad y conductibilidad  aparte.
 ¿El Emblemático? Más de lo mismo, el mundo por montera, ¡Matemático! Que salgan las cuentas. Esquemático, donde dije, digo, dice pobrecitos placeros. La plaza de abastos, compromiso que viene de los tiempos del régimen, de cuando Franco, con expropiación forzosa a los propietarios y arrendatarios, condicionada a la recuperación de esta y su ocupación por los placeros que por lustros resisten, no deja de ser ahora, por increíble que parezca, un mero detalle, una anécdota que no se tiene en cuenta.
El despiadado concurso incluso desobedece las buenas intenciones del Sr. Sánchez cuando placeaba de candidato, si es que estas no cambiaron tras los éxitos, cosa que suele pasar, pero desde luego que para nada repara en las anteriores, devolverle el mercado a los placeros que llevan tantos años en esas instalaciones que, al parecer, advirtió en la euforia de las promesas, y tal vez por eso, tuvieron la consideración de inadecuadas.
 ¿Dónde está el mercado? ¿Acaso no es la plaza de abasto, una plaza pública, de servicios, y municipal?  La selección de los diez finalistas, diez ideas tan distintas, tan fuera de la contextualización urbana de la Encarnación, tan distantes y desnaturalizadas de la plaza de abastos, tan variopinta de capa, que más que concurso parece limpieza de corrales, donde el morlaco llevará a la piadosa viuda de Casia, en un sobreesfuerzo mediador a derramar hectolitros de lágrimas. Las mismas que con seguridad se nos salten a algunos si no se obra el milagro.
Sevilla a 9 de Mayo de 2004
Francisco Rodríguez Estévez


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