sábado, 3 de mayo de 2014


Furgo es furgo

 
Después de haber tenido la suerte de cantar en estreno mundial el himno Eucarístico en el Altar Mayor de la Catedral de Sevilla, después de haber estrenado también mundialmente el Himno de la Esperanza Macarena, la suerte me deparó estrenar “los paseos de Jane” en esta ciudad. Lo cual es motivo para que afloren los nervios en el mejor deseo de que todo salga bien.

El caso es que, por suerte, las previsiones de los cincuenta paseantes, sobre las setenta peticiones de asistencias, no se cumplieron, pues ya me aterraba tener que explicar lo de la Encarnación a tal número de personas, y en definitiva solo fuimos veintidós, que no está mal, es más creo que es el numero idóneo para contar en un paseo como la ciudad devorándose a si misma se transforma, y a través de la voz hacer ver lo que no existe, y encima siendo un paseo al pasado. ¡Me ocurren cada cosa!.

El caso es que hablar de lo de la Encarnación, ni te explicas tanto interés y por eso dejamos intencionadamente excluido el antiguo mercado, y lo de las setas, lo comentamos muy de pasada, pues solo al final, en la calle que definieron como la prolongación de la 5ª Avenida de Nueva York, sinuosa calle cubierta de esta sinergia del comercio, en la que finalizamos el recorrido, el grupo, algo disminuido, tuvo información oficial de tres informes demoledores. Cimentación, Costo-Demora, y Sentencia, amen del incumplimiento de la Ley de Accesibilidad, Ley de Patrimonio de Andalucía, y el propio Reglamento de Mercados Municipales de la Ciudad de Sevilla en vigor.

Así que el paseo entre anécdotas y poesía, con algún que otro dato y fechas históricas, me dejó varias cosas por decir, pues después de mas de una hora aun nos quedaba todo el Sudeste, y el Sur, y como no la fachada Sur con la fuente de piedra, y la Diosa Ceres, de la que con anterioridad había relatado el rapto con el “trimax”. Esta anécdota que me falta la tenia para cuando la Plaza de Regina, donde lanceaban toros, que en mi infancia era lugar ideal para jugar a la pelota.

Tenia una de color azul, era grande, botaba descontroladamente, esto debió de ocurrir cuando tenia unos seis o siete  años, ni que decir tiene que ningún chiquillo tenia una pelota, menos del tamaño de esta.

Casi siempre jugaba solo golpeándola torpemente contra la pared, o en ocasiones mi tía Clement hacia de portera en la persiana de Los Lobitos. Ni que decir tiene que  a nada que esto ocurría  se empezaba a formar un corro de niños ávidos de dale una patada a aquella preciosa pelota azul. Ocurrió que mi tía dijo "venga vamos a jugar un partido" (cosa que ni sabia lo que era) el caso es que de inmediato todos corriendo por la calle Regina dando patadas a mi pelota azul, en una de estas, los niños del corral del siete, que eran listos como el hambre, le daban  fuertes voleones a mi pelota en un partido en el que todos corríamos detrás de la pelota.
En esta que, cuando fui a golpearla con la mayor fuerza, como hacían ellos, ocurrió que al mismo tiempo otro niño al que le decían “El Alí” al intentar darle la patada me la vino a dar en mi pierna derribándome, por lo que en mi protesta de dolor por el golpe, y de rabia por no haberle dado una patada a la pelota le protesté, y este me dijo, “Que quieres nota, el furgo es furgo” y de inmediato mi tía suspendió el encuentro de mi primer partido de furgo.

Me vino a la memoria pues recientemente ha desaparecido un gran entrenador que se hizo famoso por esta frase que hace más de 60 años ya la escuche decir. Posiblemente en estreno mundial.

Sevilla a 3 de Mayo de 2014

Francisco Rodríguez Estévez

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